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EL IMPERIO MUEVE LOS HILOS DEL CARTEL

Las afirmaciones de Nicolás Maduro

Publicado: 2019-01-09

Por Gustavo Espinoza M. (*)

En la víspera del inicio de un nuevo periodo de gobierno, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela ha formulado declaraciones referidas al contexto político latinoamericano. En ellas, ha aludido al Perú, razón por la que los medios de comunicación de nuestro país, le han brindado una cierta secuencia informativa.

Tres han sido las formulaciones desarrolladas por el titular del Palacio de Miraflores en Caracas. Ninguna de ellas puede ser considera ni agraviante, ni lesiva al Perú, como pretende sugerirlo el monocorde corifeo de la “Prensa Grande”. Veamos.

En un primer momento el mandatario venezolano ha aludido al Grupo de Lima asegurando que bien podría denominarse “Cartel de Lima”, por su composición y sus objetivos.

Los “Cárteles”, como se sabe, son asociaciones mafiosas que convienen acuerdos en función de intereses subalternos de carácter delictivo. Pues bien. En el caso de nuestra región, el “Cartel de Lima” fue integrado a instancias del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica –el más bandido de todos los gobiernos- para asediar y acosar mediante acciones licitas e ilícitas, al régimen bolivariano que encarna hoy el Presidente Nicolás Maduro Moros.

¿Alguien cree que los métodos yanquis no son delictivos? Baste echar una mirada al escenario mundial para darse cuenta que Estados Unidos interviene militarme contra Estados Soberanos para derribar gobierno que no son de su simpatía, o que no responden a los requerimientos de las grandes corporaciones. Así ocurrió siempre en América desde los años de la invasión anexionista a México, a fines del siglo XIX. Pero también contra Sandino, en la Nicaragua de los años veinte del siglo pasado; en Guatemala en 1954; República Dominicana, diez años después y en Panamá más recientemente.

Pero también en Vietnam y en la Península Indochina, luego de la ocupación militar francesa en la región. Pero también en Afganistán, en el Golfo Pérsico, Irak, o Libia. En todos estos países, desembarcó ejércitos para derribar gobiernos y asesinar mandatarios. Y no lo hizo, por cierto, en nombre de ninguna ley. Actuó a espaldas de toda la legalidad e incluso contra decisiones de organismos internacionales como Naciones Unidas. Y en todos los casos, usó métodos gansteriles.

Sus socios, en el Cartel de Lima, fueron gobiernos cuestionados por sus propios pueblos por el uso de procedimientos similares. El gobierno de Peña Nieto, en México, por cierto, ocupa un “lugar de honor” en esta historia, y no sólo por el horrendo asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Pero la administración colombiana –del Tándem Uribe / Santos / Duque- mata diariamente a líderes sociales, con guerra o con paz, no importa. Brasil, en ese entonces tenía ya de Presidente a un Golpista -Michel Temer- y Argentina a un reconocido sirviente del Imperio –Mauricio Macri-. Chile reestrenaba el gobierno de Piñera, un “Momio” de rancio abolengo; y el Perú estaba bajo la égida fugaz y transitoria de Pedro Pablo Kuczynski cuyos vínculos con las mafias financieras son absolutamente innegables; para no citar a Honduras, o Paraguay, por razones de elemental higiene.

¿Puede considerarse a esta “asociación” -delictiva, por cierto- un Cártel?. Sin duda, si. Si hoy han cambiado algunos de sus integrantes, es deber de ellos enmendar rumbos, como lo hace ahora México bajo la guía de López Obrador; o podría hacerlo el Perú, si Vizcarra quisiera. Le bastaría ser consecuente con aquello de “la lucha contra la corrupción y la impunidad”.

La segunda afirmación de Maduro es que, la Resolución adoptada recientemente –la pomposamente denominada “decisión de Lima”- no sirve para nada. Es verdad. No tiene incidencia alguna. ¿Negarle a Maduro la posibilidad de ingresar al Perú, tiene sentido?. El Mandatario venezolano ¿se ha propuesto venir? ¿Pretenderá traer a los miembros de su gobierno? ¿a quién se le ocurre tamaño despropósito?. Ni vendrá, ni querrá hacerlo. Y cuando un gobierno peruano decida invitarlo, éste, con seguridad, ya habrá dejado de lado el mamarracho aprobado hace unos días en la capital peruana. Entonces ¿para qué?

Y la tercera afirmación -la más seria- trae al recuerdo un episodio de la historia. Es absolutamente cierto eso de “la prepotencia, la arrogancia, el racismo y el desprecio anti bolivariano que ha tenido la oligarquía peruana toda la vida”. ¿Alguien podría negarlo?

La oligarquía peruana –esa casta privilegiada de los Riva Agüero y los Torre Tagle- ¿no se acostó “realista” y se levantó “republicana” al día siguiente con la llegada de los libertadores?. Ellos defendieron al régimen virreinal, mientras lo vieron posible; y cambiaron de sitio cuando éste se derrumbó, poniéndose a la sombra de nuevo sol que alumbraba América. Pero odiaron a San Martin –incluso asesinaron a Bernardo Monteagudo, en 1825- y a Bolívar cuando cantaron la copla de José Joaquín La Riva y Ruiz, el célebre “cojo La Riva”, satírico y mordaz, celebrado en las tertulias conspirativas hispanistas de la época: “Cuando de España, las trabas / en Ayacucho rompimos / otra cosa más no hicimos / que cambiar mocos por babas./

Nuestras provincias esclavas / quedaron de otra Nación/ Mudamos de condición /

pero sólo fue pasando / del poder de Don Fernando / al poder de Don Simón”.

Lo que ocurrió –y la historia lo confirma- fue que esa casta criolla se birló el gobierno republicano y lo puso a su servicio, dejando de lado a quienes combatieron bajo las banderas de los Libertadores. Los descendientes de Túpac Amaru fueron motejados como “indios” y confinados en la serranía donde los gamonales de horca y cuchillo los explotaron inicuamente. ¿O no es verdad?

Ninguna ofensa al Perú, entonces; ni a su pueblo. La campaña de la “prensa criolla” no servirá para engañar a nadie. Los lazos que nos unen con la ruta de los libertadores -y su legado- habrán de mantenerse incólumes. (fin)

(*) Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe


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