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EN LA LUCHA CONTRA LA MAFIA, EL PERU DEBE ACTUAR UNIDO

La corrupción que remece la vida nacional es la expresión más clara de la crisis profunda que nos agobia

CENTRO DE ESTUDIOS DEMOCRACIA, INDEPENDENCIA Y SOBERANIA

Pronunciamiento del CEDIS

Publicado: 2018-09-06


¡ACABAR CON LA CORRUPCION Y ABRIR PASO AL PUEBLO!

La corrupción que remece la vida nacional es la expresión más clara de la crisis profunda que agobia al país. Muestra la descomposición de la Clase Dominante, pero también el fracaso del “modelo” vigente. Inherente al sistema de dominación capitalista, afecta a todos y puede generar un clima de desgobierno más amplio en el que, incluso, resulten comprometidas personas o grupos formalmente izquierdistas, pero ajenos a la “moral de productores” de la que nos hablaba José Carlos Mariátegui. La lucha contra la corrupción hay que librarla de manera constante, intensa y sin concesiones; ligándola, al mismo tiempo al combate contra quienes se valen de ella para envilecer a la sociedad y colocarla en mejor disposición de aceptar la sumisión al Imperio.

¡LA MAFIA QUEDÓ AL DESCUBIERTO!

Lo primero que hay que subrayar es que la Mafia Apro-fujimorista quedó al descubierto con las más recientes denuncias referidas a la banda de “Los cuellos blancos” y otras entidades similares. Empresarios emergentes, como Antonio Camayo, destacados jueces como César Hinostroza Pariachi y Walter Rios, y Vocales de la Corte Suprema o de Cortes locales, lideran –con el concurso del Fiscal de la Nación Gonzalo Chávarry- un núcleo activo que logró alcanzar significativas posiciones de Poder.

A la sombra del Fujimorismo y el APRA, y contando con el aval de organizaciones políticas y caudillos partidistas, y en nexo estrecho con empresarios y medios de comunicación; forjaron una estructura delictiva que le permitió decidir en temas cardinales de la vida nacional y mantener en la más absoluta impunidad a gentes como Alan García y Keiko Fujimori, que sienten que la tierra se mueve bajo sus pies.

Desde todos los ángulos, el movimiento popular se ha pronunciado y ha exigido una definición clara a todos los Poderes del Estado: O son cómplices de la Mafia, o se enfrentan a ella; la denuncian y la combaten hasta el fin. Esta polarización ha abierto paso a la iniciativa del Referéndum, propuesto por el Presidente de la República y que actualmente está siendo contemplado en el Parlamento Nacional.

Es claro que la mayoría parlamentaria, busca bloquear la propuesta, al tiempo que manipula hechos diversos a fin de centrar los fuegos contra el Jefe del Estado, para doblegarlo, y hacerlo capitular. Incluso el Keikismo muestra empeño en proponer la Vacancia de la Presidencia de la República, como una manera de escarmentar al Mandatario y de notificar al país, advirtiéndole que no tolerará indagación alguna que afecte sus predios. Salvar a los cogollos de esta Mafia se ha convertido en el lei motiv de la clase dominante que busca –con desesperación- lograr que la crisis “no llegue a mayores” y que finalmente, Vizcarra y Keiko Fuimori “se reúnan y se entiendan”, como lo dijera recientemente de la manera más cruda y desencarnada el diario “El Comercio.

APOYAR El REFERÉNDUM, SIN HACERSE ILUSIONES

En ese contexto, el movimiento popular debe orientarse hacia el apoyo resuelto al Referéndum exigiendo su realización en el plazo más corto. No hay que hacerse ilusiones, sin embargo, con esa acción que, finalmente, no habrá de resolver temas de fondo. El hecho que se aprueba, por ejemplo, la no reelección parlamentaria, o la creación del Senado, no habrá de resolver asuntos trascendentes en la vida nacional.

Pero el debate político en torno al tema si tendrá importancia, del mismo modo que la polarización que generará, cumplirá un papel significativo porque servirá para colocar a cada quien su lugar. La Mafia y sus áulicos tendrán una ubicación y frente a ella estará todo el pueblo.

Por lo demás, el debate político generará una dinámica de acción que nos se detendrá fácilmente, ni se quedará en recodos. Marchará de manera inexorable por la senda popular si es que los trabajadores y el pueblo asumen la responsabilidad de enrolarse en la tarea. Y se perderá en el ocaso si, por el contrario, estos segmentos ciudadanos se dejan ganar por el escepticismo, la duda y la confusión bajo el argumento que “todos son iguales”, y “todos son corruptos”.

Como en todos los casos, siempre hay que distinguir cuál es la batalla principal que hay presentar desde la barricada de los trabajadores. Objetivamente, no tenemos municiones suficientes para disparar contra todos.

Debemos escoger en cada circunstancia cuál es nuestro blanco preferido, aquel que asoma más expuesto, y que puede ser vencido. En este caso, es la Mafia Apro-Keikista que ha mosreado abiertamente sus puntos más débiles a partir de su complicidad con el accionar delictivo de jueces y fiscales.

CONSTITUYENTE Y NUEVA CONSTITUCIÓN

Es absolutamente claro que los problemas de fondo en el país exigirán, en su momento, una nueva Constitución. La Carta de 1992 y aprobada en una consulta amañada; es profundamente reaccionaria y anti nacional. Pero la nueva Constitución –la que buscamos- no vendrá por si sola, ni caerá del árbol como una fruta madura. Hay que ganar la batalla política en el seno del pueblo, para alcanzar la victoria en el terreno constitucional.

La convocatoria a una elección inmediata para Asamblea Legislativa que se encargue de esa tarea, hecha con las actuales reglas que norman los procesos electorales, no constituyen garantía alguna. Con las reglas de juego vigentes, no será posible que un movimiento popular sano y combativo, pueda vencer a las fuerzas más conservadoras, que tienen la sartén por el mango.

La única posibilidad real, es derrotar a la Mafia en el seno del pueblo. Lograr que la ciudadanía se enrole activamente en la lucha contra la corrupción; alcanzar un nivel alto de participación y de movilización que constituya una garantía de avance para el movimiento popular; asegurar la unidad más amplia del pueblo para arribar a buen puerto.

Y no es que no se pueda luchar incluso en el terreno electoral si es que esas condiciones no existen. Se debe luchar en todos los ámbitos, y también en el plano electoral. La diferencia es que no hay que hacerse la ilusión que -a través de elecciones para la Constituyente- será posible, en las condiciones de hoy, cambiar una Carta Magna conservadora y Neo l Liberal, por otra, de corte más progresista o avanzado.

Por lo demás, el avance que se obtenga, tendrá que ser producto de un activo trabajo político. Será esa la única manera de otorgarle sustento y credibilidad. Las alianzas que se forjan hoy –y la experiencia lo ha confirmado- se basan en concesiones de corte personal y partidista, con un sentido efímero y electoral. Por eso son precarias, frágiles e inconsistentes. Se extienden lo que duró una contienda episódica y no se proyectan en el escenario nacional, ni se vertebran con la idea de sustentar acuerdos referidos a una acción común de corte más bien político.

Solo en la medida que tengan un contexto programático, y que se sustenten en afinidades y en banderas políticas vinculadas al escenario interno y externo; será posible, realmente, abrir paso a una alianza duradera capaz de suscitar confianza en la ciudadanía.

EL 90 ANIVERSARIO DEL PARTIDO COMUNISTA DEBE RECORDARSE DIGNAMENTE

El próximo 7 de octubre se recordarán los 90 años de la fundación del Partido de Mariátegui, surgido a partir de un encuentro promovido por el Amauta en una modesta casa del distrito de Barranco. Ese Partido –como se recuerda- llevó el nombre de Partido Socialista. Ese hecho puntual permitió que durante nueve décadas, anti comunistas de distinto pelaje, hayan teorizado en torno las concepciones del Amauta.

Más allá de ese debate, sin embargo, hay que recordar que el documento principal de esa organización –su Declaración Programática- elaborado y construido por el propio Mariátegui señala un derrotero indubitable: reconoce la necesidad de forjar en el Perú una Sociedad Socialista. Sostiene que eso será posible solo a través de una Revolución Proletaria. Señala que dicha acción será impulsada e implementada por la Clase Obrera. Sostiene que se sustentará en una ideología: el Marxismo Leninismo. Y asegura que podrá cumplir las dos etapas del proceso social: la Revolución Democrático-Burguesa y la Revolución Socialista en un solo proceso. Finalmente reivindica el papel del Partido como el instrumento de Vanguardia para esa lucha social transformadora.

Todos estos elementos configuran una clara concepciones de clase y una orientación bien definida, que se sustentaron, en su momento, en la adhesión del Partido a la III Internacional y en sus vínculos constantes con el Buró Sudamericano de la IC, solidario con Mariátegui en los más duros días de la persecución política, en 1929.

Aun en vida Mariátegui -y con su anuencia-, ese Partido trocó su nombre y pasó a denominarse Partido Comunista a partir de marzo de 1930. Su continuidad histórica estuvo, por lo demás, confirmada por la presencia en sus filas, de sus principales actores: Avelino Navarro, Gamaniel Blanco, Jorge del Prado e Isidoro Gamarra -para citar sólo a algunos de ellos- formaron la primera generación de combatientes del PCP, y dejaron honda huella en la vida nacional. Esta ruta fue seguida por destacados luchadores, como Pompeyo Herrera, Juan Barrio, Alfredo Mathweus, José Apaza Mamani, Simón Herrera Farfán, Emiliano Huamantica, Pedro Huilca y muchos más.

El PCP cumplió una honrosa tarea a todo lo largo del siglo XX. Y alcanzo puntos muy altos en su trabajo político en el seno de las masas. La formación y desarrollo de la CGTP, en lo fundamental, fue obra de los comunistas; el respaldo consecuente al proceso revolucionario y antiimperialista de Velasco Alvarado, estuvo a cargo del Partido. La unidad del movimiento popular enarboló una bandera: Izquierda Unida, que fue –en su momento- proyectarse en el país como alternativa de Gobierno y de Poder. Aunque a fines de siglo pasado, el PCP entró en una severa etapa de crisis, fue posible –a partir de mayo del 2017- comenzar a superar ese periodo. Y hoy resurge con la idea de recuperar el tiempo perdido y asumir sus tareas.

Los eventos del 90 aniversario del PCP, deben estar a la altura de su historia; de la voluntad de sus militantes y activistas; y del empeño clasista del núcleo dirigente que hoy lucha por recuperar el papel de vanguardia que le corresponde. Será esa la mejor manera de rendir homenaje al legado histórico del Amauta.

No hay que olvidar, sin embargo, que en pocas semanas más –el 3 de octubre- se recordará en nuestro país una fecha emblemática: los 50 años de la insurgencia progresista de Juan Velasco Alvarado y el núcleo militar patriótico que lo secundara. Hay que poner fuerza para levantar hoy muy en alto esa bandera, que simbolizó la lucha de nuestro pueblo, y que cobra plena vigencia en nuestro tiempo.

LA OFENSIVA CONTRA VENEZUELA Y NICARAGUA EVIDENCIA EL ROSTRO   AGRESIVO DEL IMPERIO

En las últimas semanas, ha arreciado la ofensiva imperialista contra Venezuela y Nicaragua. Se hace cada vez más evidente la intención de Washington de operar militarmente en la región trayendo a Nuestra América el escenario guerrerista del Asia Central.

Pareciera que a corto plazo la Casa Blanca impulsará una intervención militar contra la Patria de Bolívar, urdiendo una provocación fronteriza en los límites con Colombia o Brasil. Para ese efecto –y como ya perdió la batalla interna en el suelo llanero- busca soliviantar la vecindad con una campaña feroz de desprestigio. Al mismo tiempo, estimula desenfrenadamente la migración de ciudadanos venezolanos que abandonan su país y buscan “futuro” en Colombia, Ecuador, Perú y otros. El telón de fondo, unido al discurso anti Maduro, es la prédica del “hambre” que obligaría a un éxodo masivo en “procura de alimentos”.

Tanto el gobierno de Venezuela como todas las fuerzas que respaldan el proceso bolivariano dentro y fuera de ese país, han puesto en evidencia la pantomima levantada por el Imperio. Han invertido más de 40 millones de dólares para financiar la fuga masiva de territorio venezolano y orquestara viva voz la ostentosa campaña sostenida por los medios de comunicación en todo el continente. En el Perú, ella ha alcanzado límites jamás vistos. Tarde, mañana y noche la prensa en todas sus modalidades, ha desplegado una ofensiva destinada a confundir a millones de personas engañándolas aviesamente. Y para lograr ese propósito, la reacción ha alentado un éxodo que en el Perú ha superado los 400 mil “refugiados” venezolanos.

Hoy se sabe que esa “fuga” fue alimentada con muchos dólares –se habla de 42 millones- y promesas falsas: Empleo, altos salarios y mejores condiciones de vida; que hoy se han mostrado inexistentes. Ha comenzado a crecer entonces una demanda que va tomando cuerpo: el retorno a la patria. Miles de personas que llegaron en las últimas semanas a nuestro país –y a otros de la región- están clamando por regresar a Venezuela y están dando forma a lo que se ha dado en llamar la “Operación retorno”. Generosamente el gobierno de Venezuela ha ideado un Puente Aéreo, para facilitar este proceso.

Es enteramente cierto que en Venezuela hay dificultades económicas y retos muy serios por delante. Pero eso tiene que ver, sobre todo, con el bloqueo imperialista; y con el hecho mismo que se están produciendo transformaciones profundas en la estructura productiva del país. La economía tradicional “se derrumba” y la nueva “se levanta” trabajosamente. En el transito, se agravan las tensiones sociales y las “partes blandas” de las sociedad no tienen el coraje de admitir los hechos y prefieren “ponerse a un lado” hasta que las aguas “vuelvan a su nivel”, y “todo se normalice”.

Lo que está sucediendo hoy en Venezuela ocurrirá mañana en Nicaragua, país en el que los cambios, aún no se han profundizado, aunque avanzan. La burguesía y la reacción, ya ofrecen dura resistencia con el apoyo del Imperio y han promovido e conato de una “guerra civil” que se ha prolongado caso cuatro meses. El Sandinismo ganó ya la batalla interna y derrotó la ofensiva terrorista impulsada por la derecha. Ahora, en el escenario exterior, se libra una confrontación decisiva. La reacción cuenta con la administración yanqui, la OEA, el ”grupo de Lima” y varis gobiernos; pero también con el aliento de la “prensa grande” liderada por la Sociedad Interamericana de Prensa -la siniestra SIP- liderada por el Imperio. Luego, será Bolivia, víctima de la aciaga política imperial

Cuba Socialista, pero también los gobiernos de Rusia y de China, han respaldado abiertamente a los países acosados por el Imperio, y se muestran dispuestos a impedir que Trump consuma planes agresivos contra nuestro continente. Esa ola solidaria, debe crecer y extenderse porque insume la voluntad de millones de personas de todos los confines del planeta.

Urge, en este contexto, promover y alentar la solidaridad más activa con los pueblos, sobre todo Venezuela, Nicaragua y Bolivia; venciendo la resistencia de sectores timoratos y pusilánimes de la Izquierda, que temen comprometerse con procesos definidos, y buscan más bien parapetarse en una cierta –y sospechosa- “neutralidad” que parece serle muy rentable.

Para la reacción, le resultan altamente convenientes los procesos que hoy se viven en Colombia, Chile y Ecuador, país en el que el papel del traidor Moreno apunta hacia el desmoronamiento de la “Revolución Ciudadana”. Mediante los gobiernos de esos países, Washington busca debilitar UNASUR y el ALBA, como una manera de debilitar la unidad y la resistencia de los pueblos de América Latina. Esa política, hay que marcarla a fuego

EN ARGENTINA Y BRASIL, EL “MODELO” HACE AGUA

En la Argentina de Macri vuelve la crisis de los años noventa del siglo pasado. El Fondo Monetario Internacional se apresta a esquilmar a ese pueblo hermano en tanto que ls militares fascistas -la herencia de Rafael Videla-, procuran afirmar una violente ofensiva contra el pueblo.

Algo similar ocurre en Brasil, donde la derecha no puede hacer frente al creciente rechazo ciudadano a la política de Temer, y busca manipular las elecciones marginando al candidato de mayor aceptación ciudadana –Ignacio “Lula” Da Silva- al que mantiene encarcelado. Valiéndose de estratagemas de corte legalista, pretende abrir paso a la alternativa del fascismo -el candidato Bolzonaro- al que pretende ungir como Mandatario, contra la voluntad del pueblo.

En ambos países se confirma la idea expuesta mucha ess veces por las fuerzas progresistas: un retorno a los viejos esquemas de la dominación capitalista, sólo habrá de llevar de hambre y de miseria a las poblaciones de América. Y solo será viable en la medida que se imponga a través de la fuerza más salvaje y primitiva, contra la voluntad de las naciones.

LA SOLIDARIDAD ES LA TERNURA DE LO PUEBLOS

En estas circunstancias, hay que renovar la voluntad solidaria de nuestro pueblo. La lucha, siempre fue el único camino que nos permitirá alcanzar una victoria. Eso, no hay que olvidarlo nunca. Hagamos entonces un verdadero coro de voluntades evocando la figura del gran maestro de la poesía latinoamericana, nuestro Cesar Vallejo:

“Necesitas comer, pero me digo,

no tengas pena, que no es de pobres

la pena, el sollozar junto a su tumba;

remiéndate, recuerda,

confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista

a tu cadena, y guárdala detrás de tu retrato

Ya va a venir el día, ponte el alma…”

Lima, septiembre del 2018

Centro de Estudios “Democracia, Independencia y Soberanía” (CEDIS)


Escrito por

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Prensa nacional de izquierda


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Nuestra Bandera

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