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Karl Marx, ese gigante de la historia

Publicado: 2018-05-05


KARL MARX, ESE GIGANTE DE LA HISTORIA

Por Jorge Rendón Vásquez

Un día como hoy, hace doscientos años, Karl Marx nació en Trier (Treveris en castellano), una pequeña ciudad de Alemania a orillas del río Mosela y cercana al río Rhin.

La casa donde vino al mundo sigue en pie tal como era entonces. Está en la Buckenstrasse nº 10. Hay en Trier otros sitios históricos importantes, como la Porta Nigra, una antigua construcción romana, y algunos palacios, pero, de lejos, todos ellos son menos importantes que la casa de la familia Marx. Mi esposa y yo la visitamos en agosto de 2016.

Esta casa fue adquirida por el Partido Socialdemócrata Alemán en 1928. Los nazis la confiscaron e hicieron de ella uno de sus locales. En 1968 fue integrada al patrimonio de la Fundación Friedrich Ebert y convertida en un museo en el cual se muestra la trayectoria vital de Karl Marx y una parte de la historia del movimiento socialista que él instituyera.

El padre y la madre de Karl Marx eran judíos, de familias muy prósperas económicamente e intelectuales. El padre tuvo que convertirse al protestantismo para poder ejercer la abogacía y darles a sus hijos otras posibilidades, puesto que los Estados alemanes dominados por la religión les negaban a los judíos la ciudadanía. En Francia, ya Napoleón Bonaparte los había reconocido como ciudadanos con plenitud de derechos. Pero, tal no fue el caso en los otros países europeos donde la ciudadanía les fue siendo conferida en la segunda mitad del siglo XIX, excepto en Rusia.

A los 17 años, Karl Marx fue enviado por su padre a la Universidad de Bonn para estudiar Derecho, de donde tuvo que trasladarlo a la de Berlín para apartarlo de sus amigos bohemios. En adelante, Marx siguió Filosofía, aunque sin dejar el Derecho para contentar a su padre.

Por entonces las ideas de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, quien había fallecido en noviembre de 1831, seguían reinado en la cátedra de Filosofía de la Universidad de Berlín. Hegel había descubierto la dialéctica como el principio motor de las ideas y la historia, con lo cual la Filosofía alcanzó un nivel muy elevado en Alemania. A pesar de la expresión tan oscura y complicada de sus obras —principalmente Ciencia de la Lógica, Fenomenología del Espírituy Elementos de Filosofía del Derecho—, que los catedráticos repetían con autoritaria disciplina germánica, sus ideas eran seguidas con unción y respeto. Frente a ellos, calificados como hegelianos de derecha, un grupo de estudiantes constituyó la tendencia a la que se denominó hegelianos de izquierda. Uno de esos estudiantes era Karl Marx.

En adelante, Marx continuó sólo por su camino de crítica y creación conceptual. En la Universidad de Jena a la que tuvo que acudir por la animadversión de los catedráticos de la Universidad de Berlín, se recibió de doctor en Filosofía en 1841, con una tesis sobre Demócrito y Epicuro. Tenía 23 años.

En 1844 le publicaron su primer trabajo teórico titulado Sobre la cuestión judía, que era la respuesta al artículo de Bruno Bauer, un hegeliano de izquierda, publicado el año anterior con el título La cuestión judíaen el que había sostenido que los judíos debían abandonar el judaísmo si querían la emancipación política, es decir obtener la ciudadanía alemana. Marx comentó: “La emancipación política del judío, del cristiano, del hombre religioso en general, es la emancipación del Estado frente al judaísmo, al cristianismo y en general a la religión. El Estado en su forma propia y característica, en cuanto Estado, se emancipa de la religión emancipándose de la religión de Estado, o sea reconociéndose a sí mismo como Estado y no reconociendo a ninguna religión.”

Siguió en 1844 otro largo artículo sobre un tema conexo con el anterior al que dio como título: Para una crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Introducción.Con este trabajo dio otro paso hacia la modelación de una nueva teoría. Comenzó afirmando: “El fundamento de la crítica de la religión es: el hombre hace la religión, la religión no hace al hombre. […] La religión es la queja de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo.” “De lo que se trata es de no dejarles a los alemanes ni un momento de resignación o de ilusión ante sí mismos. […] Hay que enseñarle al pueblo a espantarse de sí mismo, para que cobre coraje. […] La lucha contra el presente político alemán es la lucha de los pueblos modernos contra su pasado” Esa era, para Marx, una tarea de la Filosofía. Decía, por eso, a continuación: “La crítica de la filosofía alemana del Estado y del Derecho, filosofía que ha alcanzado en Hegel su versión más consecuente, rica y definitiva, es ambas cosas: por una parte es análisis crítico del Estado moderno junto con la realidad que este comporta; por otra es además la negación decidida de todo el tipo anterior de conciencia política y jurídica en Alemania.” “Es verdad que el arma de la crítica no puede sustituir la crítica por las armas; la violencia material sólo puede ser derrocada con violencia material. Pero también la teoría se convierte en fuerza material, cuando se apodera de las masas.” Luego el joven Marx se preguntaba: “¿Dónde reside, pues, la posibilidad positiva de la emancipación alemana?” Y respondía, finalizando: “En Alemania no se puede acabar con ninguna clase de esclavitud, sin acabar con todas las clases de esclavitud. La concienzuda Alemania no puede hacer la revolución sin hacerla desde el mismo fundamento. La emancipación del alemán es la emancipación del hombre. La cabeza de esta emancipación es la Filosofía, su corazón el proletariado.”

El siguiente paso en su marcha a una nueva concepción filosófica fue su comentario a las ideas de otro hegeliano de izquierda: Ludwig Feuerbach, quien aunque materialista no ofrecía un pensamiento coherente con la dialéctica de Hegel. Sobre él escribió en 1845 sus once tesis, en la última de las cuales sostuvo: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” Marx había hallado finalmente el destino de su filosofía.

En adelante, dedicaría su vida a transformar el mundo con ella. Esa filosofía tuvo como base la dialéctica que Hegel había descubierto en el mundo de las ideas como una lucha de términos contrarios, uno de los cuales surgía del otro. Contrariamente a este, Marx situó ese proceso en la realidad material, vale decir, en la naturaleza y en la sociedad de donde se refleja en la conciencia como ideas. Como lo dijo en el postfacio a la segunda edición alemana de El Capital, en Hegel la dialéctica estaba invertida; era preciso ponerla de pie.

Esta obra maestra, cuya elaboración le tomó veinticinco años en un asiento de la rotonda de la biblioteca del British Museum de Londres, es un análisis dialéctico de la economía que es la base material de la sociedad capitalista, integrada básicamente por dos términos contrarios: la clase capitalista y la clase obrera, en lucha constante, cuyo epílogo habrá de ser el triunfo de esta sobre aquella, a partir del cual a la sociedad capitalista le sucederá una sociedad socialista.

Karl Marx falleció el 14 de marzo de 1883 en Londres. Fue enterrado en el cementario de Highgate. Al lado de su tumba hay un busto suyo de unos dos metros de alto, en cuya parte inferior se lee su nombre y la expresión que cierra el Manifiesto Comunista: “Proletarios de todos los países, uníos”

¿Qué le debe la humanidad, qué le deben los trabajadores a Karl Marx? Mucho.

Sin sus ideas, sin la presión que ellas desencadenaron, los trabajadores no tendrían derechos sociales, ni habría la esperanza de una nueva sociedad socialista sin explotación del hombre por el hombre.

La sociedad socialista, que Lenin y sus camaradas crearon con la revolución de noviembre de 1917, ha cesado de existir por sus contradicciones internas, que los burocrátas del régimen estalinista negaron, tratando de ocultar con esta actitud el proceso dialéctico de su sociedad. Esa revolución suscitó la revolución alemana de noviembre de 1918 que condujo a la Constitución de Weimar por un pacto entre la Socialdemocracia y una parte de la burguesía alemana, oponiéndose a un cambio revolucionario, como el de Rusia, pero que le dio al mundo la perspectiva de una evolución con democracia y derechos sociales, materializada luego de la Segunda Guerra Mundial como la manera de existir de la sociedad contemporánea.

La evolución de la sociedad capitalista no ha concluído, ni mucho menos. Su curso continuará siendo determinado por la lucha de clases dentro de ella, como el proceso dialéctico que Marx avizorara y a cuyo desenlace habrá de llegarse tarde o temprano, epílogo transitorio que no será, con toda seguridad, un retorno al socialismo perimido de la Unión Soviética y de los países con un régimen semejante. No es posible históricamente bregar por un tipo de socialismo ya extinguido o en trance de extinción. Un nuevo socialismo está por contruirse a partir de la evolución de la sociedad capitalista contemporánea. Y, como quería y lo hizo Marx, esa será una tarea de la Filosofía.

(Paris, 5/5/2018)



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