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Elecciones en Chile: Unidad de la izquierda, opción para triunfar

Publicado: 2017-12-14

Timado de Cuba Debate

Para poder expresar algunas consideraciones sobre la segunda vuelta electoral del domingo 17 en Chile, vale la pena volver a mirar los resultados anteriores. El expresidente Sebastián Piñera, candidato de la agrupación de derecha Chile Vamos, obtuvo el 36,64 por ciento de los votos y le sacó 14 puntos de ventaja a Alejandro Guillier, senador independiente, representante de la centro-izquierdista Nueva Mayoría (oficialista, con el apoyo de la presidenta Michelle Bachelet). Ellos son los dos candidatos de los que el venidero 17 de diciembre, saldrá el nuevo presidente de la República de Chile.

Sebastián Piñera, de 68 años es un empresario y político chileno, representante de la derecha. Fue presidente de Chile entre los años 2010 y 2014. En el ámbito financiero, es dueño de una de las mayores fortunas de su país, con un capital estimado de 2,700 millones de dólares.

Alejandro Guillier tiene 64 años, es periodista y senador por Antofagasta, es una figura fresca en el panorama presidencialista. Salió candidato de Nueva Mayoría por encima del expresidente Ricardo Lagos, quien le está dando hoy todo su apoyo.

La imprescindible unidad progresista

El candidato de centroizquierda, Alejandro Guillier, necesita imperiosamente la unidad de todas las fuerzas políticas de izquierda y progresistas del país. Muy positiva la posición de la candidata del Frente Amplio (de izquierda), Beatriz Sánchez, quien anunció el 4 de diciembre pasado que votará por Alejandro Guillier.

“Mi voto es contra Sebastián Piñera y para eso voy a votar por Guillier”, señaló la periodista, que obtuvo el tercer lugar en las elecciones con un muy contundente e inesperado 20,27%, a solo dos puntos por debajo del candidato de la Nueva Mayoría. Este vibrante gesto político de Beatriz Sánchez, representa una condición sine qua non para el miembro de la corriente política de la actual presidenta Michelle Bachelet, que necesita conquistar a una buena parte (si no a casi todo) del electorado de Sánchez para derrotar al poderoso candidato conservador. Debido a la importancia del paso dado por Sánchez, Guillier reaccionó casi de inmediato y agradeció su respaldo: “Gracias por tu transparencia, fuerza y valor. Aprecio enormemente tu apoyo y la unidad para construir un Chile más justo”, escribió en Twitter.

Los analistas locales e internacionales insisten que la segunda vuelta la ganaría quien cometa menos errores en este período, aunque muchas veces no son explícitos en que significa esto. Es imprescindible que Guillier tome en esta recta final algunas disposiciones enérgicas que muestren su determinación y compromiso con el electorado progresista y clarifiquen cual sería su programa de gobierno, si no lo hace, a pesar del apoyo de los líderes políticos, los votantes no se entusiasmarán por su candidatura.

Un ejemplo de ello es manifestar que finalizaría con el sistema privado de pensiones, piedra de toque del neoliberalismo chileno. Para mí está claro que el candidato Alejandro Guillier debe mover su discurso y compromisos bastante más a la izquierda en el plano político y proponer una política ambiental más firme. Para que el voto progresista se una alrededor de su candidatura, debe evidenciar que su gobierno va a responder a los intereses del pueblo mucho más que el actual de Bachelet.

La reforma del plan de pensiones ya mencionado, la reforma educacional que es clave para el voto joven, y una política internacional más progresista, borrando la memoria de los abyectos votos del gobierno actual contra la Revolución Bolivariana en la OEA, mejores relaciones con Bolivia, entre otras cosas en que el gobierno de Bachelet no ha cumplido con las expectativas populares. Si no se compromete más, es muy probable que sea derrotado.

En los últimos días, además de Beatriz Sánchez muchas de las principales figuras del Frente Amplio han hecho público su apoyo personal a Guillier. El diputado Gabriel Boric, del Movimiento Autonomista y uno de los políticos chilenos mejor valorados por la ciudadanía, señaló en su blog:

“Creo que nuestro papel como frenteamplistas es enfrentar a la derecha y señalar que implicaría un retroceso para el país”.

Si se logra como parece la unidad de la mayor parte de la izquierda y de las fuerzas progresista, la elección del domingo 17 aun así sería decidida por estrecho margen.

En la primera vuelta se trataba de una elección en la cual la mayoría de las encuestas daban por ganador a Piñera, por mayor margen del 36,64% que finalmente alcanzó (se esperaba un 40% – 42% pero se ha vuelto ahora un final cerrado que tiene a Chile totalmente absorbido.

“Chile tiene un prestigio internacional por sus elecciones correctas y transparentes. Seamos responsables y no desacreditemos nuestras instituciones democráticas”, escribió en Twitter la presidenta Bachelet, que de haber sido un tanto apática al principio, ha asumido un papel bastante protagónico en la segunda vuelta apoyando con mucha decisión a Guillier.

Cuando decimos unidad de la izquierda y fuerzas progresistas, además de los mencionados hay que añadir a la candidata de la Democracia Cristiana, Carolina Goic que obtuvo el 5,88%, y Marcos Enríquez-Ominami (izquierda radical) con el 5,71%, y el apoyo decidido del expresidente socialista Lagos a Guillier. Pero más allá de la actitud positiva de los lideres de centro-izquierda e izquierda, el carismático candidato debe convencer a los votantes de que si lo eligen el va a gobernar con mas compromiso popular que Bachelet.

Creo que uno de los factores más importantes (y menos pensado) que pueden propiciar la unidad de la izquierda es, ni más ni menos, la alianza entre Piñera y el candidato ultraderechista/pinochetista, José Antonio Kast, con un imprevisto 7,93% de los votos. El mayor embrollo político para el expresidente de derecha consiste en obtener los votos del pinochetista Kast, comprometiéndose con él lo menos posible. Su alianza con la derecha más extrema, provocará una polarización total del espectro político y quizás Piñera lamentará esa alianza más tarde.

En la primera vuelta los seis candidatos de centro-izquierda e izquierda obtuvieron algo más de 3,6 millones de votos, frente a los 2,9 millones de Piñera y Kast. Si una votación parecida se produce el 17 de este mes, Guillier ganaría. La unidad daría la posibilidad única de victoria, y la falta de esa unidad le haría pagar un precio muy alto al pueblo chileno. Con mirar al este de la cordillera alcanza para saberlo.

El impacto internacional de las elecciones en Chile

Más allá de la significativa importancia de Chile, sexta economía regional, una victoria progresista sería también una enorme refutación de la supuesta “ofensiva conservadora” o “fin del ciclo progresista” en América Latina. Sería un durísimo golpe para el neoliberalismo, y un revés para la política latinoamericana del presidente D. Trump y de otros gobiernos conservadores en el mundo.

Como dijera el gran pensador latinoamericano Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia:

“El continente está viviendo un momento de inflexión histórica. Ciertamente, después de diez años continuos de expansivas victorias políticas de las fuerzas revolucionarias y progresistas en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Nicaragua y El Salvador, existe un estancamiento de esta irradiación e incluso un retroceso territorial. Es así que a la conspiración política conservadora en Honduras (evidente en las recientes elecciones, nota del autor), Paraguay, Venezuela y Brasil, le ha seguido la derrota electoral en Argentina. A través de vías electorales, en ocasiones acompañadas por acciones de movilización colectiva, sumadas a sistemáticas agresiones económicas y a una inocultable conspiración externa, las fuerzas conservadoras han asumido en el último año el control de varios gobiernos del continente”.

Por su parte, el expresidente uruguayo Pepe Mujica lo dijo categóricamente en Guayaquil “el peor enemigo de la izquierda es la disensión interna”.

¿Que nos ha enseñado la historia?

El tema de la unidad de la izquierda es tan importante que no se debe desaprovechar ningún espacio para expresarlo. Existe un consenso acerca de la necesidad absoluta de la unidad de las izquierdas “no solo para derrotar al capitalismo, sino también para que el capitalismo no nos derrote”, como dijera el presidente del PCE, José Luis Centella. La falta de unidad de la izquierda no es un fenómeno de hoy sino que tiene una extendida y nefasta historia, desde el siglo XIX a la fecha ha sido la causa de muchos dolorosos fracasos. Es imprescindible y perentorio el lograr la unión de las izquierdas y fuerzas progresistas en Chile y por doquier, y no solo de la boca hacia fuera.

Algunas semejanzas y diferencias en el ámbito regional

Los medios conservadores están a favor de Sebastián Piñera, tratando de vender la idea de que es bueno un cambio de “una vez los progresistas y después una vez los conservadores” algo evidentemente insensato, pero que envía una falsa idea de que el triunfo de “Chile Vamos” constituiría un supuesto acto de balance social. Pero estos medios en Chile no actúan con un casi completo dominio de la información como por ejemplo en Argentina y un algo menos en Ecuador. No hay en Chile posibilidad de cuasi–fraude (o el intento de hacerlo) como en Honduras, mucho menos con Michelle Bachelet siendo aun la presidenta.

Si el domingo 17 de diciembre Piñera es electo, no sería por una victoria de la derecha, ni una demostración del “fin del ciclo progresista”, sino un fracaso y auto infligida derrota de la izquierda de Chile. Si se concreta un voto unido, la elección de Alejandro Guillier será una grata victoria para los pueblos de América Latina. Pero nadie piense que va a ser fácil, ni remotamente. Los 700 mil votos de ventaja que los candidatos de la centro–izquierda e izquierda sacaron sobre S. Piñera y J.A. Kast en la primera vuelta, no son definitorios, sobre todo si los votantes progresistas consideran que su “candidato” no es representativo de lo que ellos demandan.


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