Queridos amigos:

Bien puede decirse que el siglo XX fue, para el mundo, el Siglo de la Revolución Rusa. Hay quienes sostienen que comenzó realmente en 1917 y terminó en 1991, cuando se disolvió la Unión Soviética y se desplomó el escenario que fuera creado por Lenin y sus compañeros en las Jornadas de Petrogr ado y Moscú y que dieran al traste con la autocracia zarista primerio, y el régimen burgués de Alexander Kerenski después.

Un siglo, entonces, que no llegó a los 100 años, pero que perdura en el accionar de los pueblos en todos los confines del planeta. Así ocurre con otros episodios de la historia. El Siglo de Pericles, el V antes de nuestra Era, comenzó -dicen los historiadores- en el 480 y se prolongó hasta el 404, es decir, 80 años. El Siglo de las Luces, que tuvo su origen político en la Revolución Francesa de 1789, pudo durar apenas 5 años, hasta caer abatido bajo el Imperio Napoleónico; pero se proyecto más tiempo gracias al genio de los hermanos Lummiere.

El Siglo de Oro Español, fue más extenso, y no abordó sólo temas de literatura, aunque bien podría situarse entre los primeros sonetos del Capitán Garcilaso de la Vega -1525- y la muerte del más grande maestro del teatro castellano, don Pedro Calderón de la Barca, ocurrida en 1681. Es decir, un siglo de alrededor de 150 años.

Vale esta reflexión apenas para subrayar el hecho que el siglo no necesariamente corresponde a 100 años, desde el punto de vista de la política o de la cultura. Es la proyección que se alienta a partir de su trascendencia, lo que importa. Y si, la Revolución Rusa, fue el más trascendente de los grandes acontecimientos vividos por la humanidad en el siglo pasado.

Acabó, históricamente hablando, con el monopolio del régimen de la opresión, y abrió paso a un orden social nuevo, más humano y más justo en el que el hambre, la guerra, y la miseria asomaron derrotados. El hecho que esa experiencia no hubiese logrado cimentarse definitivamente, no la descalifica, por cierto, sino más bien la proyecta en nuestro tiempo como un reto para todos. Lo que no pudo concretarse para algunos, se perfila como la alternativa para todos en la proyección del tiempo.

Por eso resulta válido recordar el centenario de la Revolución de Octubre. Y hacerlo de una manera ponderada y reflexiva, con la idea de extraer de ella las lecciones más preciadas para el futuro de los pueblos.

Es en ese espíritu que los Amigos de Mariátegui celebramos este acontecimiento. No en vano, el Amauta fue, en el Perú el primer admirador de esa causa, de la que buscó recoger su más puras enseñanzas. Y no lo hizo de una manera estrecha y sectaria, sino con la amplitud que le planteaba su modo de ver el mundo.

Esta noche, con nosotros están tres valiosos intelectuales que buscarán interpretar los elementos más definidos de esta historia: José Luis Ayala, Eduardo Arroyo Laguna y Gustavo Espinoza, quien presidiera en el Perú el comité de homenaje al Centenario de esta epopeya, nos presentarán sus reflexiones

A todos ellos, los recibimos con un afectuoso aplauso…