ya acabó su novela

diana en cuba, siempre solidaria

LLA SOLIDARIDADTERAPIA

Una cosecha fecunda In memoriam DIANA AVILA PAULETTE

Publicado: 2017-12-04

Por  AÍDA MOCHA GARCÍA NARANJO / SÁBADO, 2 DE DICIEMBRE DE 2017

(Por tu amiga de siempre y por siempre, Aída García Naranjo Morales)

A la 1:30 del 2 de Diciembre Diana Avila partió. Este es el testimonio de todas las Dianas que conocí y que comparto como homenaje y no como despedida. La tendremos siempre presente entre nosotros

Diana es un nombre propio de origen latino deieu que significa: aquella que es iluminadora, aquella de naturaleza divina o aquella de naturaleza pura. A diferencia de la mitología, para mí nuestra Diana era de naturaleza mundana, siendo libre para volar se hizo viajera incansable y humanamente insumisa. Pese al tiempo y la distancia son muchas las Dianas que conozco, como a las mujeres-gatas de 7 vidas, por ello no tengo una sola fecha de ese estar al tanto de un primer encuentro con ella.

Corrían los tiempos del “felón”, que es como llamaba Jorge Basadre a Francisco Morales Bermúdez, en julio de 1975, cuando conocí a Diana. Hoy, en búsqueda acuciosa en mi memoria la referencia más remota y específica reconozco que tengo a Diana presente en mil fragmentos, diversos, de nuestra común existencia, más no en un día preciso. Me veo en su casa en julio de 1977, justamente el 19, día del paro nacional. Habitaba la cuadra 7 de Libertadores, en una quinta antigua de San Isidro, en la letra K. Por cierto, fue una jornada histórica, y, en nuestro caso, un momento de sorpresa en que llegaron –como quien interviene la casa al modo de como lo hacía la PIP (en esos tiempos) – dos hombres de porte militar tan bien caracterizados, arropados, maquillados y producidos (por una amiga común) que no fui capaz de reconocer ni a mi propio compañero, responsable de la seguridad y la vida de Guzmán Rivera, en ese entonces miembro del Comando Unitario de Lucha (CUL). ¡Y de ahí cada uno a sus tareas! Nuestro primer viaje fue asistir al V Congreso de la Confederación Campesina (CCP), que se realizaba en Checcán-Cusco.

La Diana amiga: La disfruté en la casa de Manuel “Cochicho” Cabieses, festejando la edición del primer número de la revista Actualidad Económica del Perú, en febrero de 1978. Con esa Diana compartimos más de cuatro décadas de amistad entrañable, y, como diría Atahualpa Yupanqui sobre qué son los amigos y amigas: “se convierten en una misma con otro pellejo”. De ahí en adelante las otras Dianas han estado en un recorrer permanente.

He coexistido con Diana hija, con Diana madre –de quinceañera precoz pariendo vida hasta el límite de su fecundidad–; con Diana hermana –convirtiéndome en una más de ellas-; con la Diana esposa –de parejas amadas-, la última de ellas Eduardo; con la Diana abuela – de Alba y Luna-; con la Diana amiga, con la Diana amigante, con la Diana enamoradiza, con la Diana compañera, pero sobre todo con la Diana mujer; quien desde adolescente hurgaba en la líbido de Zeus, que ha sido siembra, aliento, desamor y furias honestas. Se hizo fuerte cuando aprendió a levantarse sola, como muchas de nosotras. ¡Y en tantas dimensiones no ha sabido lo que es rendirse! Y reíamos siempre, diciendo: “Un paso atrás, ni para tomar impulso”. Admito que vivimos intensamente.

La Diana política: La de luchas cotidianas y justas, de marchas interminables, de visitas a las cárceles, de apoyo a las víctimas, con quienes compartió dolor infinito y aspiraciones y utopías con proyección indestructible. Comprendiendo, como diría Galeano ¿Qué es la utopía?: la utopía está en el horizonte. Caminamos dos pasos, ella se aleja dos pasos por delante y ella se corre diez pasos más allá. Mientras caminamos, la utopía avanza unos diez pasos más, y cuando seguimos, ella sigue avanzando, y entonces uno se pregunta, ¿Entonces para qué sirve la utopía? pues para eso, para caminar. Así que seguimos caminando y avanzamos con el optimismo estratégico de los pueblos, con un pueblo en marcha y por una patria libre.

Francisco Adrianzén Merino, cineasta peruano, presentó su ópera prima “Desde el lado del corazón” (2013) el documental sobre la izquierda peruana donde aparecen pocas mujeres, una de ellas es nuestra Diana. Es una suerte de testimonio y reflexión que navega en la memoria para tratar de explorar inquietudes y redescubrir experiencias depuradas ideológicamente a la luz de los años.

La Diana de trabajo: Ha estado presente aportando desde donde ha puesto los pies. En: el CIDIAG, el IDL, CAMBIO, PCS y DIÁLOGO SUDAMÉRICANO, siempre con los pies en la tierra. En Ayacucho, en Apurímac y recuerdo, de modo particular, sus caminos por Yauli, por Lircay, y por toda esa Huancavelica en la que, junto a ellos fue “Un solo pensamiento/ ¡Huk Umalla!, una sola fuerza, ¡Huk Makulla! y un solo sentimiento ¡Huk Sunqilla¡ (como diría el grito de los huancavelicanos), olvidados eternos, cabalgando sobre Lima. Reivindicando a campesinas y

campesinos pobres, “aquellos que en América Latina solo son dueños del paisaje”.No me cabe duda que Huancavelica llorara su partida.

Se asentó en Guatemala y Colombia en su larga lucha por la Paz sostenible. La violencia política que debimos enfrentar fue de carácter histórico, devino en procesos de acelerado incremento, a manera de espiral imparable. A ello se sumó el terror paramilitar. Diana se adhirió siempre al impulso de poner fin al Conflicto armado, para abrir al país nuestros sueños de verdad, de justicia, de paz, de reparación, que permitan reconciliación y de reestructuración de nuestras sociedades. En todos los territorios del Sur y Centroamérica, donde Diana también se involucró, entendió que las fronteras nos fueron impuestas, y se reconoció construyendo puentes que vienen desde antiguas rebeliones comunes, desde Túpac Amaru, Micaela Bastidas, Tomasa Tito Condemayta, Túpac Katari, Juana Azurduy, Bartolina Sisa; en esa milenaria lucha de nuestros pueblos por la justicia social. Diana fue peregrina en muchos países y viajó por la histórica inmensidad. En todos estos espacios de nuestra Patria Grande no fue la lectura de la feminización de la pobreza lo que comprometió a Diana con las mujeres, más bien fue su vida entre ellas y su aguda percepción. Compartiendo su quehacer diario, sus lenguas, sus trajes, sus fiestas, sus mitos, sus comidas, su disfrutar de lo nuestro, con esa fiesta y tesón que identifica a los que han resistido por siglos y que han sufrido y resistido la violencia desde siempre. No han conocido vida sin violencia, aquella que los académicos la conocen como estructural, y que ellos conocen tan dramáticamente como abandono, marginalidad y exclusión. A esta violencia se sumó en las últimas décadas la violencia política, la más brutal y aterradora que hayan soportado. Ello conmovió a Diana y recogió las historias y testimonios de las mujeres del trueno, las que directa e indirectamente y al interior de las familias y el entorno comunal fueron doblemente afectadas por el orden patriarcal. Las resistentes, las retornantes, las insertadas…, ellas templaron a Diana para enfrentar el miedo , la muerte y el mal que la aprisiono de manera inmisericorde.

La Diana servidora pública: Ha tenido diferentes momentos. El primero de ellos –cuando la conocí– en el Ministerio de Comercio, y siempre a lo largo de los años me comentó que deseaba trabajar en el Estado, ella quería tener la posibilidad de hacer patria y ser útil desde esa gran entrada que puede ser aspirar a ser Gobierno y estar en el Ejecutivo. Finalmente llegaría a él, en el 2011, cuando fue parte del Gabinete Ministerial en nuestra gestión de puertas abiertas en el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES), Diana fue un soporte fundamental, no sólo profesional, también afectivo y de contención. Con gran capacidad de interlocución con todos aquellos que nos buscaban en pos de atención y con cientos de requerimientos, puso en ello cien manos y cien pies con una sola cabeza siempre clara, enfocada, intuitiva y tenaz para avanzar en lo que para nosotras era el anhelo mayor: cambiar el Perú. Aspiración de millones de pobres que votaron por el cambio, y de miles de mujeres y hombres que respaldaron la gestión, que nos pusieron nuevos retos, que fueron creativas(os) en sus propuestas, que construyeron un nosotras/nosotros en la búsqueda de un igual a igual. Y es así que se formuló participativamente una política pública de igualdad de género –que hoy, desgraciadamente, enfrenta una arremetida ultraconservadora– pero que no podrá despojarnos de lo andado, de lo conquistado, ni de lo promulgado, siempre cerrando brechas y rindiendo cuentas. Aunque la ilusión fue breve, ¡valió la pena!

La Diana solidaria: Tuvo singulares vínculos con Chile y Cuba. Tan fuertes y especiales que parió un hijo del exilio chileno, y en Cuba alumbró con más intensidad un compromiso fidelista. Ya en sus reflexiones en Diálogo Sudamericano aspiró a otra integración posible, apoyando los procesos de democratización y jugando un rol político en la negociación, el diálogo político y el papel de la cooperación y la comunidad internacional, –fue generosa en ello-– convencida de la necesidad de trascender fronteras, las que recorrió buscando transitar hacia procesos de cambio y de un pensamiento latinoamericano de unidad en la diversidad.

La Diana del cotidiano: Gustó del buen vino tinto –en estos dos años se fue alejando del dulce ron–; de Manuel Acosta Ojeda prefiere la canción “Cariño” (…aquí no hay tristeza, ni miedo ni olvido…). El León Dormido y Puerto Gallardo serían nuestras playas comunes en campamentos para pescar, marisquear junto a Pocho, los hijos, asolearnos y retozar. Disfruta de la buena conversación, el estar cotidianamente informada; hacer de su casa un punto de encuentro, escribir a diario; chatear una y otra vez; cocinar para sus hijos, aspirando a estar reunida con Dianita, Luciano y José Carlos. Y, en los pasados días de mayo leyó las “Cartas a Diana” que laten del corazón de Rosina. Compartir con las amigas y los amigos. Y salir a la calle, con sus amplias faldas con sus vuelos de tres tiempos, con sus blusas bordadas de colores, siempre –como a ella le gusta– con olor a planchaditas. Y, –entre otros asuntos– en los periódicos le gusta leer el horóscopo. Ella era una “Géminis”. Nunca pensó que otro de los signos del zodíaco lo leería –para sorpresa de todos– en un informe médico y no en el diario como era su costumbre. Empezó así una carrera de largo aliento y, también, de esperanza, de firme y disciplinada voluntad. De ahí en adelante la solidaridadterapia fue cosecha fecunda de su siembra profusa y vigorosa, reforzando la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte, y que finalmente nos permite decir: Gracias a la vida, por el camino recorrido junto a Diana.

Estuve con Diana hasta ayer en la tarde. Sabía que era inminente el desenlace, ya la dejé dormida. Y me iba reflexionando sobre su fortaleza de genes arequipeños y puneños que la hicieron enfrentar el mal tres años sin tregua ni medida.

No me cabe duda que era Diana era y es "una guerrera de mil batallas". La muerte la encontró dormida. Estoy con tus hijos, míos hoy también. Te extrañaré todos y cada uno de mis días. Hasta más tarde Diana.

VELATORIO: Calle Bernardo Alcedo 820, Miraflores, detrás de la IGLESIA DE LA ASUNCIÓN y de la avenida Santa Cruz, a una cuadra del tercer Ovalo de Pardo, entre la avenida La Mar y calle Mendiburo. El domingo se


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