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Una visión politica del Amauta

"EL OPTIMISMO HISTÓRICO. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI Y NUESTRO TIEMPO"

Presentación de Grace Gálvez al libro de Gustavo Espinoza. Casa Mariátegui. Martes 11 de julio

Publicado: 2017-07-14


Por Grace Gálvez Núñez

Tengo el honor de estar en esta mesa y ser una de las ponentes de este libro escrito por alguien a quien me honro de llamar amigo. Gustavo Espinoza Montesinos no solo ha escrito un libro, sino que nos ha dado una lección: existen herramientas suficientes para luchar contra la desigualdad y la injusticia. Y para ello interpretó para nosotros a uno de los revolucionarios más grandes de todos los tiempos: José Carlos Mariátegui.

Las personas que me acompañan en la mesa tienen más conocimiento y más autoridad para hablar de Mariátegui que yo. Pero mi participación aquí, y creo que esa fue la intención de Gustavo al invitarme, se basa en mi visión como una persona joven de este libro y que además está desligada completamente de una formación partidaria o algo similar.

Este libro desde el título capturó mi atención. Me considero una mujer optimista y por lo tanto me gustan las obras que lo son, las que nos ayudan a entender la realidad y nos dan herramientas para lograr un cambio. Es decir, no solo expone, sino que propone. Y para explicar el título de esta obra, Gustavo recurrió al revolucionario nicaragüense Tomás Borge, quien dijo lo siguiente:

“Los revolucionarios no deben caer en la tentación de negarse a sí mismos, sino reafirmar principios que para algunos perdieron vigencia, pero que siguen presentes al no haber desaparecido las causas que los originaron”. Y Gustavo añade: “Será esa una manera de renovar, para los hombres de nuestro tiempo, el optimismo histórico”.

Y es a través de la reflexión de la vida y obra de Mariátegui que podemos ver el futuro de una manera optimista, y, en palabras de Gustavo, “renovar la vigencia de principios y concepciones de clase que no han sido vencidos ni han caducado”.

En el primer capítulo Gustavo hace una brillante exposición de la evolución de Mariátegui en su vida política y la enmarca en tres momentos: uno, su actuación en la lucha por la jornada de las ocho horas; dos, su periplo europeo; y encierra en tercer lugar la edición de la revista “Amauta”, la fundación del Partido Socialista y la formación de la CGTP, y la publicación de sus obras fundamentales.

Aquí debo decir que podemos reconocer en Gustavo Espinoza a un educador nato, un maestro que organiza de manera extraordinaria la información sobre la vida y la obra de un personaje muy complejo, y lo presenta de tal manera que tanto lectores entendidos como novatos en la materia puedan leer este texto y aprender de una manera didáctica y muy agradable acerca de la formación de este revolucionario peruano.

El segundo capítulo llamó mucho mi atención porque reivindica la figura de Mariátegui como comunista y revolucionario, ya que actualmente se le ve como una figura casi idealizada de “pensador” o “estudioso”. Es tal cual me dijo alguna vez el francés Alain Sicard en una entrevista que le hice: “La gente venera a Vallejo, pero no lee sus libros”.

Sucede lo mismo con el Amauta, pero a esto se añade una cosa: podemos venerarlo y leerlo, ¿pero podemos comprenderlo? Justamente en esto último juega un papel primordial este libro, como instrumento para entender a Mariátegui.

En este capítulo también aclara disputas y temas históricos de manera brillante, como las diferencias entre Haya de la Torre y Mariátegui, y entre Abimael Guzmán y Mariátegui. Asimismo, entre el aprismo y el pensamiento mariateguista, y el senderimo y el pensamiento mariateguista.

Esto me parece muy importante puesto que es usual encontrar disputas en torno a la cercanía o no cercanía respecto de Haya y el aprismo con el Amauta. El deslinde en este libro es radical: Mariátegui siempre mantuvo su postura, sus ideas definidas y su pensamiento preciso y se reconoció siempre como comunista, el aprismo manejaba dos discursos, uno para la clase dominante y otro para la clase trabajadora.

Ante los primeros se mostraba como moderado y negaba sus vínculos con el socialismo, y ante los segundos sí se decía socialista, marxista y comunista, pero que por razones tácticas tenía que negarse ante la clase dominante. Y aquí Gustavo apuntala una realidad innegable: “Cuando el Apra alcanzó en el Perú posiciones de poder, y fue gobierno, no hizo revolución alguna”. La diferencia, entonces, queda más que clara.

Asimismo, Gustavo trata un tema esencial que todos deberíamos tener claro: la diferencia que existe entre el senderismo y el comunismo, a través del pensamiento mariateguista. Y es importante porque en tiempos actuales vemos en las noticias cómo se sataniza el símbolo histórico de la hoz y el martillo que representa la unión de los trabajadores.

Gustavo nos habla entonces de una “deformación senderista” y señala que Abimael Guzmán solo citó en 1980 un párrafo de Mariátegui para sustentar su idea y usó su figura para atraer a gente para sus propósitos. Posteriormente, en su discurso en el que dispuso el inicio de la lucha armada, no aludió a Mariátegui, sino a Mao Tse Tung.

Asimismo, Elena Iparraguirre, en el prólogo del libro “De puño y letra” de Abimael Guzmán, hace una reseña de la “carrera política” de Guzmán y no dice una sola palabra acerca de Mariátegui ni lo cita. Por lo tanto se entiende que el Amauta no contribuyó en la formación ideológica ni en las tareas prácticas de Guzmán.

Y aquí quiero citar un sentido párrafo de Gustavo que resume la innegable diferencia. Cito: “La formación política, la actividad de masas, el pensamiento claro de Mariátegui, su identificación con el legado cultural de la humanidad, su admiración conocida por el genio creador del hombre en todos los campos de la vida y su humanismo persisten, y dejan de lado cualquier duda relativa a una supuesta e inexistente identificación del Amauta con los propósitos terroristas de Sendero Luminoso”.

¿Entonces quién hizo este vínculo malicioso? Este libro explica que fue el Apra el que otorgó categoría de partido a Sendero Luminoso y lo llamó Partido Comunista para desprestigiar y descalificar al verdadero PC. Y esta misma estrategia la usaron y la siguen usando, lamentablemente, otros adversarios políticos.

Esta obra también explica a profundidad el marxismo y leninismo de Mariátegui, que fueron las dos corrientes que marcaron tu formación ideológica. Y no se formó solo con libros, sino en la vida misma. No solo fue observador, sino que participó en actividades cotidianas del proletariado. Y para sostener este quehacer, el Amauta acostumbraba a citar a Lenin: “Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”. Y Mariátegui fue eso: teoría y práctica.

Y por este motivo, Mariátegui fue reconocido por los líderes de la clase obrera. Y aquí quiero citar a Gustavo, puesto que nos habla de cómo el Amauta se acercaba a los trabajadores. Cito: “Para Mariátegui lo fundamental no era ganar la simpatía de los trabajadores, sino su conciencia. Y el partido exigía en términos muy definidos el desarrollo de la conciencia. Por eso no hablaba al corazón de los obreros, con un lenguaje alambicado o romántico, sino a su cerebro, para alimentar su inteligencia”.

En otro momento del libro, se recoge una experiencia crucial en la vida del Amauta, puesto que queda demostrado que él siempre fue fiel a sus ideales comunistas. Durante el gobierno de Leguía y por presiones norteamericanas, se detuvo a Mariátegui y a varios otros compañeros, y clausuraron la revista “Amauta”. La policía adujo que había descubierto “un plan comunista en Lima”.

Lejos de amedrentarlo, Mariátegui no renegó de sus ideas sino que reafirmó su pensamiento y su conducta. Y redactó una carta al diario El Comercio a modo de protesta por la agresión. Cito: “Acepto íntegramente la responsabilidad de mis ideas expresadas claramente en mis artículos de las revistas nacionales y extranjeras en las que colaboro, o de la revista Amauta fundada por mí […] pero rechazo en modo absoluto las acusaciones que me atribuyen participar en un plan o complot folletinesco de subversión […] la palabra revolución tiene otra acepción y otro sentido”.

Es muy interesante y esencial el papel que juega la prensa en la lucha de Mariátegui. El tercer capítulo de este libro aborda el uso que hizo Mariátegui de la prensa para sus fines revolucionarios. Él publicaba en los medios escritos limeños El Tiempo y Variedades, editó La Razón y Claridad, y su obra cumbre fue fundar la revista Amauta y prosiguió con Labor, un periódico orientado exclusivamente a tratar los problemas de los trabajadores.

“Para Mariátegui —nos dice Gustavo— la prensa debía servir para irradiar ideología, es decir, difundir las concepciones del socialismo, pero también para nuclear a los sectores más avanzados de la intelectualidad, ligándolos son el proletariado. Ideología + organización = socialismo, se diría más tarde”.

Además de las aclaraciones antes expuestas, este libro también esclarece esta falsa concepción de que Mariátegui estaba enfrentado a la Internacional Comunista, puesto que proponía un llamado “marxismo nacional”. Eso por un lado, mientras que por el otro lo acusaban de “extranjerizante” y “europeísta”, un “copista” de modelos foráneos. Para defenderse, Mariátegui decía que el socialismo que estaba construyendo en el Perú no sería “calco ni copia” sino “creación heroica”.

A mi parecer, el corazón de este libro yo lo encuentro en el quinto capítulo denominado “Aliento para las nuevas batallas”, en el que reivindica totalmente la lucha de Mariátegui y nos alienta para continuar en la lucha por una sociedad igualitaria y, por tanto, mejor.

Cito: “Los cambios operados recientemente en la escena mundial parecieran haber dado al traste con las aspiraciones del socialismo, y por tanto sepultado muchos de los grandes ideales de Mariátegui. No ha ocurrido ni lo uno ni lo otro. El mundo y los trabajadores han tenido la oportunidad de conocer una primera experiencia en la construcción de la sociedad socialista que ha perecido bajo el peso concertado de sus propios errores, sus deformaciones conceptuales y de la acción corrosiva de sus adversarios […]. De lo acontecido, los pueblos y la inteligencia revolucionaria habrán de extraer las lecciones necesarias para que una nueva experiencia no sufra el mismo destino”.

Concuerdo, entonces, con Ricardo Portocarrero que nos dice en el prólogo que este libro viene a llenar un vacío en la vida política e intelectual del Perú. Se dirige tanto a los jóvenes que conocen poco a Mariátegui o necesitan orientación para entenderlo, y también a los peruanos de izquierda para que no desmayen en la lucha y aprendan de las experiencias pasadas, con todos sus errores y aciertos.

Quiero terminar dedicándole a este admirable libro unos fragmentos de la “Oda al libro” escrita por Pablo Neruda, que dice así:

Libro hermoso,

libro,

mínimo bosque,

hoja tras hoja,

huele tu papel a elemento,

eres matutino y nocturno,

cereal, oceánico,

en tus páginas cazadores de osos,

fogatas cerca del Mississipi,

canoas en las islas,

más tarde… caminos y aminos,

revelaciones,

pueblos insurgentes,

[…]

y la hermosura de la fraternidad,

piedra por piedra sube el castillo humano

dolores que entretejen la firmeza,

acciones solidarias,

libro oculto de bolsillo en bolsillo,

lámpara clandestina,

estrella roja.

[…]

Un libro,

un libro lleno de contactos humanos,

de camisas,

un libro sin soledad,

con hombres y herramientas,

un libro es la victoria.

Y este libro es la victoria de Gustavo Espinoza. Palmas para él. Gracias.


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