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importante visita a cuba de jefe de estado peruano

PRESIDENTE HUMALA EN LA HABANA

Publicado: 2016-02-21

Por Gustavo Espinoza M. (*) 

El viernes pasado concluyó la visita del Presidente Ollanta Humala Tasso a la Patria de Martí, acontecimiento que tuviera lugar a partir del miércoles 17 de febrero.

En medios políticos no se conoció del propósito del mandatario peruano de visitar La Habana, ni sostener pláticas con los más altos dirigentes del proceso revolucionario cubano. Cuando la información trascendió -apenas una semana antes-, causó sorpresa y la “Prensa Grande”, se limitó a consignar el pedido planteado por el Poder Ejecutivo ante el Congreso de la República, para la autorización legal correspondiente.

Luego, y ya en los días de la gira, los medios de comunicación –salvo algunas excepciones- la otorgaron –pese a su trascendencia- limitada importancia. Mostraron poco respeto por sus lectores, la asignaron espacios pequeños y aun páginas interiores al acontecimiento. El cotidiano “La República” fue más generoso, en tanto que el diario “Uno” le asignó una cobertura mayor. Ambas publicaciones incidieron en los que resultaron ser los temas de fondo considerados en Cuba.

Como lo señaló la agencia cubana de Prensa –“Prensa Latina”- esta fue la segunda ocasión en que Humala viajó a Cuba en calidad de Jefe de Estado; anteriormente participó en la II Cumbre de la CELAC, celebrada allí en enero de 2014

La agencia recordó, adicionalmente, que poco antes de asumir la presidencia de su país, en el año 2011, el recién electo Presidente peruano “incluyó a la isla caribeña como parte de una gira regional. En esa oportunidad se reunió por primera vez con el presidente cubano, Raúl Castro”.

Antes que Humala, otro presidente peruano estuvo en La Habana. El 3 de marzo de 1998, hizo una escala de 8 horas allí Alberto Fujimori Fujimori, quien visitaba República Dominicana por invitación de su Presidente Leopoldo Fernández.

La breve estancia del Jefe de Estado peruano, en esa circunstancia tuvo un fin específico: encarar la posibilidad de que Cuba acogiera a los emerretistas que habían tomado por asalto, en diciembre del 97, la residencia del embajador del Japón en Lima. No fue amor, sino interés, el signo que guió en ese entones al cuestionado Presidente peruano que, sin embargo, fue recibido afectuosamente por sus pares cubanos, que hicieron honor a los viejos lazos de hermandad que unen al Perú con Cuba.

En este caso, sí se puede hablar de una visita amical, de un encuentro planificado por el gobierno de Cuba, que tuvo a bien invitar a Ollanta Humala quien concluirá su, mandato presidencial en julio próximo; y que encontró cordial acogida por parte del Jede de Estado Peruano.

Los lazos de amistad entre Perú y Cuba son ciertamente históricos. Se sembraron con sangre en los campos de batalla de Junín y Ayacucho, en la lucha por la Independencia de América. Pero también en Cuba, cuando los hermanos Leoncio, Grocio y Justino Prado, tomaron las armas para combatir por la liberación de Cuba del tutelaje colonial español.

Y se proyectaron como una flecha en el tiempo. A comienzo de los años 60, el ministro peruano Raúl Porras –contra la voluntad expresa del Presidente de entonces- rechazó y votó en rechazo a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, la OEA. En la circunstancia, y haciendo incapié en los lazos de amistad y de solidaridad que unían a nuestros países el llamado “Canciller de la Dignidad”, digo que:

“La doctrina y la praxis del interamericanismo están basadas, desde el Congreso de Panamá, en el mantenimiento del principio de no intervención y en la defensa del sistema democrático. La anacrónica doctrina de Monroe, que tuvo como finalidad impedir la intervención europea en América, que cumplió una función defensiva en algunos casos y se arrogó prerrogativas de tutela moral, ha sido sustituida por pactos multilaterales como los enderezados en la actualidad a impedir cualquier intervención extracontinental, pero, sobre todo, a desarrollar nuestras propias instituciones y disfrutar de nuestra independencia”.

Diez años más tarde, cuando la furia de la naturaleza destruyó buena parte de las poblaciones del Callejón de Huaylas, dejando en escombros a algunas ciudades del interior de país, e incluso barrios de Lima; la imagen de Fidel Castro recostado en una camilla y donando sangre para los peruanos, dio la vuelta al mundo y selló los lazos de una amistad entrañable que habrá de perdurar.

No obstante, los Presidentes peruanos se cuidaron siempre de no mostrarse efusivos con Cuba. Presionados por Washington, y en el marco de la “guerra fría”, optaron por mantener distancia del régimen de la Habana, temerosos de “contagiarse” de su mensaje social, pero además en procura de acatar los mandatos del Imperio.

Fue Velasco Alvarado quien rompió esa línea de obsecuencia y servilismo. Y a comienzo de los años 70 resolvió reanudar los vínculos diplomáticos y comerciales con Cuba, consolidando una amistad que no conoció ni desencuentros ni sombras.

Cuando en 1980, se quiso sembrar una –la crisis de Mariel- la agilidad de Cuba permitió superar el impase, y le quitó pretexto a la reacción peruana que no buscaba sino deteriorar los vínculos entre ambos Estados.

Hay que considerar, sin embargo, que nunca tuvimos en el Perú a un mandatario cubano. Apenas ocurrió que, en marzo de 1971, y en el marco de su visita a Chile, el Comandante Fidel Castro hizo una “escala técnica” en el Aeropuerto de Lima. Allí sostuvo una entrevista prolongada y sugerente con el Presidente Velasco y recibió el saludo de una delegación de la CGTP –encabezada por su Presidente Isidoro Gamarra- luego que la Central Obrera suspendiera temporalmente su II Congreso para trasladarse masivamente y dar la bienvenida al líder histórico de la Revolución Cubana.

Después de eso, solo la visita del hoy Presidente de Cuba, el Comandante Raúl Castro Ruz, quien vino al Perú en julio de 1974. En aquellos días, el gobierno había dictado el Estatuto de Libertad de Prensa y acabado -temporalmente, por desdicha- con los monopolios informativos.

La reacción desaforada de los áulicos del Imperio, los llevó a quemar el Pabellón Nacional en el Ovalo de Miraflores, en lo que sería una verdadera afrenta a la nacionalidad. Después, con la complicidad de gobiernos traidores, ellos habrían de conseguir que tan inaudito ato, fuera considerado como “una protesta” contra el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada.

Esta vez, como hemos señalado, el intercambio peruano-cubano tuvo otro carácter: sirvió para fortalecer la cooperación y la colaboración en amplios terrenos de la educación, la salud, la cultura y el deporte. En ese espíritu, los mandatarios de Cuba y Perú suscribieron un compromiso formal destinado a fortalecer los lazos históricos entre ambos pueblos, y un cronograma de trabajo que facilitará el intercambio comercial y los lazos bilaterales entre los dos países.

Es conocido el hecho que Cuba ha permitido la graduación de casi dos mil jóvenes peruanos en la carrera de Medicina y otros. Y que ha incrementado los lazos de colaboración en diversos ámbitos.

Todo esto ha sido posible tanto por el trabajo diplomático contante de las misiones de Cuba y el Perú; pero también por el trabajo permanente de los Amigos de Cuba en distintas esferas de la solidaridad. La lucha peruana por la libertad de los 5 héroes encarcelados en Estados Unidos y recientemente vueltos a Cuba, encierra un capítulo propio en esta tarea.

La visita del Presidente Humala, sin duda, ayudará a consolidar una amistad que nadie podrá destruir ni minar (fin).

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. http://nuestrabandera.lamula.pe


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