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la lucha del pueblo peruano es la lucha de los pueblos de americ a

¡SE JUEGA LA SUERTE DEL PERU Y EL CONTINENTE...!

Publicado: 2015-04-11


CENTRO DE ESTUDIOS DEMOCRACIA, INDEPENENCIA Y SOBERANIA

A todos los peruanos:

En el marco de la Cumbre de las Américas, celebrada en las actuales circunstancias en Panamá, se afirma la idea que está en juego la suerte de nuestro continente.

Cuando se agudizan las contradicciones entre el Imperialismo –principal enemigo de nuestros pueblos- y el proceso emancipador continental que se bate resueltamente en la perspectiva del Bicentenario de la Independencia; urge tomar conciencia de nuestras tareas y responsabilidades.

LA PELIGROSA SITUACION INTERNACIONAL

Los intentos de intervenir militarmente en Venezuela, evidenciados últimamente, constituyen una muestra más de la visión sobre la política internacional impuesta por la élite de las corporaciones económica - financieras y militares que hegemonizan el poder transnacional del sistema imperial del capitalismo, y que tienen su centro matriz en los EE. UU de América.

Dicha élite desprecia la idea de construir la política exterior alrededor de instituciones y el derecho internacional y de no usar la fuerza como más les convenga. Al respecto dice el premio Nobel de Economía (2008) Krugman, que ellos desechan…. ‘‘… el concepto liberal de seguridad a través de la ley internacional administrada por las instituciones internacionales’.

Ellos no tienen dudas sobre el uso de la fuerza. Un prominente pensador que es cercano a la administración yanqui, Michael Leeden del American Enterprise Institute, asegura: “nosotros somos gente guerrera, y amamos la guerra’…’’

Para estos señores, la guerra con Irak no es más que un globo de ensayo, parte de una agenda preestablecida. Por eso, John Bolton, funcionario importante del Departamento de Estado, dijo a funcionarios israelitas que “después de Irak, los EEUU lidiarían con Siria, Irán y Corea del Norte.’’ (Norman Krugman : “El Gran Resquebrajamiento”. 2004).

La posterior invasión a Libia, los intentos de invadir Siria, el golpe de estado en Ucrania y la posterior guerra civil en esa zona; su intervención apoyando la coalición liderada por Arabia Saudita contra la insurgencia en Yemen, y otras acciones; confirman la orientación de ésa, su política exterior.

Si revisamos la historia podemos comprobar que desde su nacimiento el sistema capitalista necesitó agredir para construir un sistema colonial. La agresión militar fue desde un inicio, indispensable para saquear los recursos naturales de las colonias e implantar la división internacional del trabajo, obligando a los países colonizados a especializarse en la producción de materias primas.

Podemos decir que es inherente a la naturaleza del sistema la agresión militar. La necesitó para crecer y desarrollarse. Los procesos de concentración y centralización de la producción que están en la base de la aparición del imperialismo, la hicieron necesaria para los nuevos repartos de las colonias. Y hoy, que vivimos la etapa más avanzada de su desarrollo, la élite imperial pretende construir un “gobierno mundial único” que se les revela imprescindible para no morir.

Un sistema que basa su bienestar en la explotación planetaria no puede darse el lujo de desarrollar una política exterior que respete la democracia, la independencia y la soberanía de los pueblos, que plantee la inversión en términos de colaboración bajo el principios de “ganancias compartidas” como lo hacen las potencias emergentes como China y Rusia y todos los países reunidos en los BRICS. La guerra es un punto central en su proyecto estratégico de supervivencia.

Hoy no se puede ignorar el desarrollo y el perfil cada vez más claro de un mundo multipolar o multicéntrico. Tampoco se puede ocultar que la políticas neoliberales que ponen en el centro de su accionar el fundamentalismo de mercado, el mito del mercado y la privatización de los bienes públicos como solución a todos los problemas sociales, han fracasado a nivel mundial.

A siete años del inicio de la crisis mundial que explotó en el centro imperial, el mundo no termina de salir de ella. Y según muchos especialistas existen indicadores que preanuncian una recaída que puede ser más fuerte. Los procesos democráticos y liberadores que se están viviendo en América Latina y el Caribe, la conformación de la CELAC, de UNASUR, La integración de un Banco para el desarrollo patrocinado por los BRICS que ya cuenta con un capital de 100,000 millones de dólares, la formación del BAII (Banco de Inversión en Infraestructura) impulsado por China que aporta con el 50% del capital y al que se han adherido ya 45 países a pesar de las presiones norteamericanas, la venta de bonos de la Reserva Federal por parte de China y Rusia, la tendencia cada vez mayor a realizar intercambios comerciales utilizando las monedas nacionales y prescindiendo del dólar; constituyen el preludio de un nuevo escenario mundial.

Hay que mencionar también que de acuerdo al profesor de la Universidad de Boston Laurence Kotlikoff en una exposición ante el Comité de Presupuesto del Senado la brecha fiscal de la nación norteamericana asciende a 210 billones de dólares que equivale a 211 % de 18.2 billones de dólares que suma el PIB de EEUU. Este índice supera al índice (Ratio: Deuda/PIB) de Grecia que es de 175 %.

Estos son solo algunos de los síntomas que permiten visualizar las serias dificultades que enfrenta el sistema imperial norteamericano.

No es de extrañar pues la agresividad cada vez mayor del imperio. Se comporta como una fiera herida que se ve obligada a ser cada vez más agresiva como uno de los recursos fundamentales de su supervivencia.

En ese marco se ubican los intentos de agredir a Venezuela. Solo la unidad y la solidaridad de los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe y del resto del mundo (los no alineados, la ONU, etc.) podrán detener dichos intentos y hacer retroceder al imperio. Es, puede suceder.

Defender a Venezuela hoy es imperativo para toda la persona y ciudadano que respete y defienda su dignidad, que valore la independencia y la soberanía de nuestros pueblos y la necesidad de hacer de nuestra América un territorio de paz.

No necesitamos bases militares del imperio en nuestros países.

EN EL PERU SE MARCHA A CONTRACORRIENTE

Como consecuencia de la presión imperialista y del papel de la oligarquía financiera ligada a la Mafia apro-fujimorista, en el Perú se marcha contra la corriente. El propio gobierno de Humala, que tiene ciertos visos de independencia en materia de política exterior, cede vergonzosamente ente las exigencias norteamericanas.

Hoy se sabe, en efecto, que, por acuerdo del Congreso de la República adoptado en el mes de enero, en febrero pasado ingresaron al país dos contingentes militares de los Estados Unidos que arribaron a nuestro suelo bajo el pretejo de “asesorar en la lucha contra el narco tráfico y el terrorismo”. En septiembre, se prevé la presencia de un contingente mayor: 3,200 soldados que llegarán en el Portaviones “Jorge Washington” al Puerto de Callao.

A todas luces, el combate al narco tráfico y al terrorismo es simplemente un pretexto. Lo que está en marcha es la preparación de un operativo de alcance continental que conduzca a la destrucción del proceso bolivariano de Venezuela por la vía de las armas.

Para este efecto, el Imperio requiere de un cambio radical en la correlación de fuerzas de América Latina. Aislar a los gobiernos progresistas de Uruguay. Bolivia y Ecuador, a los que juzga “enemigos menores” en la actual coyuntura; ganar las elecciones previstas en octubre en Argentina; debilitar, y si es posible derribar a Dilma Rouseff en Brasil; resquebrajar el régimen democrático en Chile debilitando la figura de Michelle Bachelet y apartando –si fuera posible- al Partido Comunista de las funciones de Gobierno en el país del sur; y restaurar el dominio oligárquico y mafioso en el Perú a través de Alan García o Keiko Fujimori; es el proyecto en marcha. Conseguido, apuntará con toda su fuerza contra el gobierno de Venezuela, al que sabe que no podrá derribar pacíficamente.

El Perú, por su ingente riqueza, su ubicación geográfica y su historia, es decisivo para el Imperio. Por eso siempre procuró aquí mantener regímenes reaccionarios y corruptos, a los que permitió administrar la vida nacional a condición de aplicar recetas económicas que privilegien los intereses del Gran Capital. En las últimas décadas, el respaldo a la dictadura de Fujimori y su colusión abierta con los gobiernos de Toledo y García, se orientaron a tal propósito.

La victoria popular del 2010 en los comicios ediles en Lima y el triunfo de las fuerzas progresistas el 2011, puso en jaque su Poder, pero no implicó su derrota. Hacia adelante buscó recomponer su estrategia de dominación, neutralizando al Jefe del Estado y debilitando su capacidad de gestión. Aprovechó, por cierto, la clamorosa debilidad de la izquierda oficial, ganada por el oportunismo y el electorerismo, y las debilidades de un movimiento popular crecientemente escéptico y dividido.

La crisis política reciente que generó la caída del Gabinete Jara, confirmó esa realidad. La “izquierda” aceptó pasivamente, e incluso contribuyó a la derrota política del gobierno, la misma que no significó paso alguno en beneficio de los trabajadores; sino un avance sostenido de los grupos más reaccionarios y mafiosos que buscan obsesivamente recuperar posiciones de Poder.

El nuevo Gabinete, ciertamente, no es ni de “izquierda”, ni “progresista”, pero sus portavoces afirman una voluntad de lucha contra el cogollo alanista del APRA y el fujimorismo, lo que de por sí, es un paso positivo para el país.

Nada será, sin embargo garantía de victoria hacia el futuro. Solo la unidad más amplia de todas las fuerzas democráticas y progresistas podrá revertir el escenario actual y abrir camino a un nuevo proceso que ponga en la orden del día las tareas de la emancipación nacional, indispensables en esta etapa de nuestra historia.

LA UNIDAD HAY QUE CONSTRUIRLA DESDE EL PLANO POLITICO

Diversos sectores de la vida nacional han procurado esta unidad. Hasta hoy, ella no se ha concretado. El hecho, debe atribuirse a dos factores esenciales. El primero de ellos, deriva del mantenimiento de cúpulas partidistas, logreras y corruptas, que se mantienen encaramadas en estructuras que han perdido prestigio y autoridad ante el pueblo. Ellas viven de la división de la izquierda. El tema de la “unidad” es parte de un discurso demagógico, pero no una tarea concreta. El segundo, tiene que ver con el hecho que la unidad que se busca se ha encarado como una tarea electoral, y no como una acción política.

Respondiendo a esa concepción, se ha buscado la Unidad no en torno a principios ni a programas, sino a caudillos que tengan ya inscripción en el registro electoral. Así, han surgido diversos contingentes, todos los cuales proclaman su voluntan “unitaria”. Unos, marchan tras el “Frente Amplio / Tierra y Dignidad”. Y otros, que abandonaron el Frente Amplio precipitadamente, se han junto ahora con el Partido Humanista de Yehude Simon, que les garantiza su registro electoral y por tanto la posibilidad de integrar una plancha parlamentaria. Eso es, en definitiva, lo que les interesa. Un tercer segmento, donde se encuentran otras fuerzas como el Partido del Pueblo -disidente del cogollo alanista del APRA, el FOCEP, el Partido Socialista Revolucionario y los Nacionalistas retirados del Partido de Humala; ha quedado virtualmente discriminado y aislado.

Con esos procedimientos, no será posible, realmente, forjar ningún proceso unitario. Podrán sumarse algunas –muy pequeñas- fuerzas- pero ellas no serán garantía de nada- Ni siquiera podrán alcanzar sus propios objetivos. Perderán todo, como ocurrió en 1995, el 2000, el 2001, el 2006 y pudo ocurrir también el 2011 de no haber aparecido el Partido Nacionalista con un liderazgo propio.

En las condiciones de hoy, la unidad debe construirse a partir de un acuerdo político que privilegie banderas populares La defensa de la Soberanía Nacional, la lucha por la Independencia verdadera y por la afirmación de un auténtico proceso democrático; resultan vitales. A ellos hay que sumar la defensa de los derechos de los trabajadores, ahora amenazados nuevamente por un proyecto de Ley General de Trabajo que debe ser firmemente rechazado por el movimiento sindical; la preservación de los recursos naturales agredidos por proyectos mineros, como sucede ahora en el Valle de Tambo en Arequipa.

Como parte indispensable del programa unitario debe estar la defensa de Cuba, la solidaridad activa con Venezuela Bolivariana y la identificación sin cortapisas con el proceso emancipador de América Latina.

Y por ser inherente a nuestra historia; esa unidad debe reivindicar el mensaje de quienes ofrendaron sus vidas en aras de un país independiente y soberano. Figuras de la talla de Juan Santos Atahualpa, Tupac Amaru y Micaela Bastidas, los hermanos Angulo, Mariano Melgar, José Olaya, Miguel Grau, Leoncio Prado, José Carlos Mariátegui, José María Arguedas y Juan Velasco Alvarado;. Ellos deben presidir nuestro esfuerzo unitario.

Lima, abril del 2015

El Centro de Estudios Democracia, Independencia y Soberanía.


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