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MARIANO MELGAR, FIGURA DE LA HISTORIA...

MELGAR Y LA REBELION DEL CUSCO EN 1814

Publicado: 2014-08-20

© Jornal de Arequipa

El 3 de agosto de 1814 sucedió la sublevación de los hermanos Angulo en el Cusco. En realidad se produjo una suerte de golpe de estado incruento en el que la guarnición colonial se sumó a la causa independentista. La rebelión cusqueña estalló por la negativa de las autoridades coloniales a aplicar en el virreinato peruano la Constitución de Cádiz. El presidente de la audiencia y el regente colonial fueron destituidos. José Angulo, el mayor, depuso el poder colonial y asumió el cargo de jefe máximo de la rebelión, nombrándosele presidente de la junta de gobierno y capitán general de las tropas rebeldes.

Los jefes militares y las autoridades leales al virrey fueron confinados en el antiguo convento jesuita convertido en cuartel general de los revolucionarios. La Junta de Gobierno puso bajo su autoridad civil todo el territorio de la intendencia del Cusco y, en lo militar, cinco compañías acuarteladas al mando del comandante Andrés Rendón; un regimiento de dragones al mando del comandante Martín Gabino Concha, y grupos de efectivos del Regimiento Real de Lima.

La Junta de Gobierno colocó a la cabeza de la campaña militar, más por estrategia política que por valor guerrero al veterano cacique de Chichero o Chincheros, un anciano brigadier realista retirado llamado Mateo García a quien, por sus rasgos nativos, llamaban “Pumacahua” antes que su verdadero nombre.

La Junta cusqueña decidió el envío de sus fuerzas en tres direcciones. Una expedición se dirigió a Puno y La Paz, para establecer contacto con Belgrano y con las fuerzas argentinas en el Alto Perú. Otra división fue a Guamanga, con el intento de avanzar posteriormente hacia Lima y la tercera división marchó a Arequipa, al mando del propio Pumacahua, que llevaba como segundo jefe a Vicente Angulo y que esperaba extenderse por toda la Intendencia incluyendo Moquegua, Tacna, Arica y Tarapacá

El ambiente en Arequipa era entonces (antes y después) favorable a los realistas. El intendente José Gabriel Moscoso creía sinceramente que Pumacahua por sus antecedentes realistas no iba a entrar en la ciudad. Pero no fue así, las tropas cusqueñas derrotaron a los españoles en la Apacheta, en las afueras de la ciudad, el 9 de noviembre.

Al día siguiente, Pumacahua entró triunfalmente en la capital de la Intendencia con júbilo, zozobra, cupos, y saqueos contando con el apoyo entusiasta de Mariano José de Arce un cura de verbo encendido y fervor revolucionario quien recorría las calles levantando a la multitud, ataviado de un sombrero con una divisa azul y blanca que lo identificaba con la causa de los sublevados tanto en el Cusco como en el Río de la Plata.

La radical actitud de Arce impidió conatos de fidelidad a la Corona española y que en Cabildo Abierto se acordara tanto la adhesión de la población a la Junta Revolucionaria del Cuzco como el nombramiento de Pumacahua como teniente general del Ejercito Libertador. En Arequipa se formó un gobierno civil, en el que figuraba, a propuesta de Arce, José María Corbacho.

Mientras tanto, en el valle de Majes, se había conformado una columna de patriotas voluntarios convocados por el “Partido de Chuquibamba". Allí se alistó Mariano Melgar como soldado raso para unirse al Ejercito Libertador de Pumacahua y marchar con él a su Arequipa natal, al encuentro de sus amigos José María Corbacho y Mariano José de Arce. Pese a su poca simpatía por Pumacahua, debido a sus antecedentes realistas, Melgar continuó en la empresa. Al llegar a la ciudad Pumacahua, tomando en cuenta sus conocimientos, le nombra Auditor de Guerra.

La ocupación de Arequipa por las tropas rebeldes fue muy corta. El mando militar de la administración colonial desde el Alto Perú encomendó al mariscal de Campo Juan Ramírez la misión de combatir a los alzados en el Cusco. Sus tropas los derrotaron en La Paz y avanzaron a Puno. Al enterarse del avance de Ramírez sobre Arequipa Pumacahua salió de la localidad el 30 de noviembre. El 9 de diciembre Ramírez hizo su ingreso triunfal por las mismas calles cubiertas de flores en que, días antes, se había aclamado deslealmente a Pumacahua.

Dos factores confabularon para que el Ejercito Libertador de Pumacahua abandonara la Ciudad de Arequipa: la inexperiencia de las fuerzas patriotas y el hecho de que buena parte de la población arequipeña seguía fiel al virrey.

Ramírez se detuvo dos meses en Arequipa para avituallar su ejército. El Ayuntamiento, lo aprovisionó con mulas, arrieros y víveres, además de tiendas de campaña, zapatos, camisas, frazadas y monturas. El 12 de febrero de 1815 las fuerzas realistas salieron para Cabanillas hacia Lampa y Pucará llegando el 10 de marzo a la altura de Ayaviri. A corta distancia estaba el ejército patriota que, desde Sicuani, se dirigió hacia el Collao preparándose para un encuentro que iba a ser ya definitivo.

Los dos ejércitos fueron avanzando con cautela y dificultad al paso del río Ayaviri, que había crecido por las lluvias. En la madrugada del 11 de marzo el general Ramírez levantó su campo y sus tropas cruzaron el río teniendo al frente suyo, una fogosa multitud formando una columna interminable y desordenada de soldados de Pumacahua.

La batalla fue una carnicería. Se trató del enfrentamiento entre las experimentadas tropas coloniales y el improvisado ejercito patriota. Esta se dio en la quebrada de Umachiri donde a los peruanos les sobró arrojo y entusiasmo pero faltó orden, disciplina y experiencia militar. Por la noche la batalla había terminado y los cadáveres quedaron regados en el campo.

Durante la contienda se sucedieron las ejecuciones de la oficialidad patriota, entre ellos dos coroneles que se tomaron prisioneros, reservando la vida del Auditor de Guerra hasta recibir su declaración tras la cual fue fusilado en el mismo campo de batalla el 12 de marzo de 1815. Este valeroso soldado no fue otro que Mariano Melgar Valdivieso, un muchacho de solo veinticuatro años y medio de edad, armado de sus versos de amor a la musa y a su patria


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