ya acabó su novela

El orgullo de los arequipeños cobra una dimensión mayor en agosto  

UN TUFO FASCISTON

"Quedamos muy pocos arequipeños"

Publicado: 2013-08-21


Por FRANCISCO DEL CARPIO

Jornal de Arequipa

Eduardo Ugarte y Chocano en una nota llamada “De migrantes e invasores”, publicada en La República el jueves 15 de agosto, dice a la letra “desde hace cincuenta años se viene diciendo “Quedamos muy pocos arequipeños” O “Ya no hay arequipeños, estamos invadidos por puneños”. Estas expresiones le hacen pensar a Ugarte que en algún momento solo hubo arequipeños en estas tierras, los que a partir de 1540 merecen (solo ellos) llevar tal gentilicio.

No vamos a consultar ninguna fuente para deducir lo lógico. Antes de 1540 tuvieron que existir ya “arequipeños”, aunque el gentilicio de los habitantes lugareños, nacidos en estas tierras, no fuera ese. Y, lo deducible y más natural es pensar que quienes habitaban este valle fueron quechuas, pues la toponimia que se impone de Yura a Polobaya y de Chiguata a Tiabaya es quechua, siendo que los conquistadores no pudieron cambiarla por más que pretendieran españolizar la geografía con nombres de los siervos del Señor o de Nuestra Señora. Arequipa siguió siendo Arequipa a pesar del visigodo. Sin embargo -dice Eduardo Ugarte y Chocano-, si la queja es de que estamos invadidos por migrantes, también podemos deducir que hay un establecimiento histórico de arequipeños no migrantes cuyos descendientes son esos “pocos arequipeños que quedan”.

Ugarte se refiere a los arequipeños-españoles a partir de 1540. Èl juzga ilógico que los hubiera antes. No, mi señor, no es ilógico pensar que hay (y que hubo) un establecimiento histórico de arequipeños no migrantes en estas tierras, tanto por el caso de las toponimias como por ancestrales referencias familiares. En lo que es hoy el distrito Bustamante y Rivero, por ejemplo existe un pueblo llamado Los Olivos, allí antiguamente las familias mayoritariamente se dedicaban a fabricar artesanalmente objetos de barro (greda o arcilla), de preferencia ollas, mientras otros trabajaban como peones en “las chacras de los caballeros” de Dolores, Porongoche, Colón o Alanguia. El 80% de esos habitantes apellidaban sino Pauca, Paucar. ¿Coincidencia? Ninguna, ya que la comprensión territorial a la que pertenecía Los Olivos o “La Ollería”, como era conocido, no era otra que Paucarpata. La Ollería se extendía desde el Callejón de Tasahuaya hasta La Apacheta.

Hay quienes asocian el término toponímico “paucarpata” con “andenes floridos”, cuando andenes los hay mejores en Yumina o Chilina y ningún diccionario de quechua traduce “paucar” por “florido”, solo existe rebuscadamente Pawqarpata que significa en español prado o jardín. Lo único real es que existe Paucar como apellido quechua diseminado por todo el país. Entonces, lo más “lógico” es deducir que la tierra natural o ancestral de los Paucar es Paucarpata, que la conquista de “los caballeros” españoles los despojó de sus chacras para confinarlos en el reducto de “La Ollería” y que la toponimia del lugar debería ser traducida por “la tierra (o lar) de los Paucar” y no por “andenes floridos” que resulta forzado, tonto y huachafo.

Para explicar el significado de “Arequipa”, Ugarte da más valor al trabajo de Rómulo Cúneo Vidal sobre este tema que a otros más difundidos como que “Arequipa” proviene de los vocablos quechuas arí-quepay= “Si, quedaos” de Calancha o “Trompeta sonora” de Valera o de la voz aimara “Detrás del pico” difundida por Middendorf. Ugarte y Chamorro parte de la acepción dada por Cúneo que “Arequipa” viene por derivación de aru-qquipa (aruquipa), denominación aplicable a “indios antes que a lugar determinado”. O sea que sería gentilicio. Luego -lo decimos nosotros- Aruquipa podría ser Aroquipa, apellido peruano más difundido en Arequipa que en el resto del país. Así, entonces, podría establecerse la misma relación gentilicio-lugar, como en Paucar-Paucarpata.

Dice Ugarte... “estos serían (los aruquipa) los primeros en llamarse arequipeños, venidos como migrantes del Altiplano”. Pueda que sí, como que es probable que sean del lugar, originarios de aquí, pues el apellido Aroquipa no existe en el Altiplano aimara más que en la Arequipa “quechua”. Sin embargo, con esa teoría, tendríamos que remontarnos a las cuevas sudafricanas para establecer quiénes fueron los primeros en llegar aquí. Lo cierto es que la toponimia del inmenso valle del Chili es fundamentalmente quechua. La existencia de algunos vocablos aimaras u otros no alteran esta realidad. No por gusto el volcán o Apu titular del valle de Arequipa se llama Misti, vocablo quechua que se traduce por “Señor”.

Volviendo a 1540, es cierto que la Villa... etc. de Arequipa fue fundada por españoles migrantes, hecho que sirvió de inspiración para que dos siglos después Ventura Travada escribiera que el número de gentes que tenía la ciudad era de treinta mil, que los indios solo eran cuatro mil y los negros y mulatos “apenas” seis mil, siendo los españoles el resto... “muchos de ellos de conocida nobleza”. Por tanto -dice Travada, citado por Ugarte con orgullo- sobresale la “gente española de cuya sangre procuran con honroso punto no degenerar”.

En base a este pensamiento, casi fascistón, muchos historiadores y periodistas ilustres de esta tan noble, leal y fidelísima (al rey de España) ciudad, se han cebado para señalar que Arequipa era una ciudad de blancos-españoles, que el censo del Virrey Toledo determinó que la población española de Arequipa llegó a más del 90% o que se le llamó Ciudad Blanca no por el color del sillar sino por la piel blanca de sus moradores.

Pareciera -o es mi parecer- que Ugarte se lamentara de que el mestizaje actual existente en la región, principalmente en la ciudad-capital, vaya en aumento, en detrimento de la “gente española” que construyó una suerte de arequipeñidad y que esta duró hasta los años 60 del siglo XX. Dice el autor de la nota que después de los 60 esta “arequipeñidad” se ha visto mermada debido a que las migraciones de las regiones del sur no cesaron. Ugarte se atreve a afirmar que estas migraciones produjeron mestizaje y de los mestizos surgieron los artesanos revolucionarios en el siglo XIX, los liberales en el siglo XX y los “arequipeños” del siglo XXI, siendo los últimos en un 60% provenientes de la clase media sin tener en cuenta su origen.

Nosotros tenemos otra lectura. En el siglo XIX no hubo migraciones que valieran la pena, por lo tanto los artesanos revolucionarios de entonces no fueron obra de la migración ni del mestizaje sino del pensamiento social de la época que estaba presente en Europa, ya. Sin embargo, en ese siglo, durante las revoluciones de Arequipa, los artesanos participaron organizadamente defendiendo no necesariamente causas justas. A comienzos del siglo XX los artesanos se volvieron hacia el anarquismo y a partir de los años 30 la revolución social fue dirigida por los obreros fabriles y el pensamiento marxista. Los “arequipeños” de siglo XXI son tan arequipeños como los anteriores y no pertenecen mayoritariamente a ninguna “clase media” son “burgueses o proletarios” según “el rol que desempeñan en la producción”.


Escrito por

nuestrabandera

Prensa nacional de izquierda


Publicado en

Nuestra Bandera

Prensa nacional de izquierda