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La suerte de las lagunas sigue pendiente...

CONGA...¿CAYO EL TELÓN...?

Publicado: 2012-09-08

Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)

Luego que las ms altas autoridades de Newmont mostraran escepticismo en torno al cumplimiento del contrato minero de Conga y que el mismo Presidente del Consejo de Ministros declarara que el proyecto haba quedado suspendido, muchos se preguntan si realmente se dio por concluido el tema. Por lo pronto, Pedro Pablo Kuczynski, uno de los ms caracterizados voceros del capital transnacional en nuestro pas, adelant una opinin: Conga, ya no va dijo ante la sorpresa de un auditorio en el que los periodistas se mordan las uas para arrancarle una ampliacin de sus declaraciones, que no se produjo.

Por lo pronto, hay algunas cosas que han quedado definidas: el proyecto no marchar por lo menos hasta dentro de dos aos, plazo establecido para la construccin de los cantados reservorios que -de acuerdo a la versin original de las autoridades- servir para asegurar el abastecimiento de agua a los agricultores y habitantes de la zona; las garantas constitucionales han sido restablecidas en las tres provincias de Cajamarca que las tena restringidas luego de los sucesos de Celendn, con lo que las organizaciones sociales de la zona han anunciado el reinicio de sus movilizaciones; y los sacerdotes intermediarios que asumieron el papel de mesa de dilogo quedaron con posibilidades recortadas de accin dadas las declaraciones del Presidente Regional de Cajamarca, Gregorio Santos, que puso agua fra de por medio.

No podra decirse, sin embargo, que en el caso de este proyecto, cay el teln. De hecho no caer nunca porque siempre estar despierta y atenta la voracidad de los monopolios que, si no pueden hoy, tentarn maana una nueva oportunidad de llevarse la parte del len dejando algunos pequeos huesos para los inversionistas peruanos. Consorcios como Newmont y empresas como Yanacocha no dan fcilmente su brazo a torcer aunque de por medio estn planteadas transitorias imposibilidades materiales. Ellos lucharn hasta el fin para borrar ese escenario y promover los cambios indispensables a fin que -ms adelante- el capital pueda salir con la suya tanto en bienes materiales cuanto en opcin poltica.

En otras palabras, si las empresas llegan a la conclusin de que el gobierno no les proporciona las garantas indispensables para asegurar su inversin, no tentarn buscar esas garantas, sino ms bien buscarn el cambio de gobierno. Poner otro, que s rena los requisitos que ellos exigen, haciendo uso del viejo aforisma de los aos de Harry Truman, quien aseguraba que detrs de cada inversin norteamericana, habra un Destroyer para protegerla.

Nadie puede, entonces, en este marco, cantar victoria. Ni siquiera en el hipottico caso que el gobierno del Presidente Humala, finalmente resolviera cancelar el proyecto -con todos los riesgos que ello implica- podra decirse que las cosas quedaron definidas. Ms temprano que tarde volvern las amenazas constantes, las presiones financieras y las acciones que los poderosos suelen aplicar en circunstancias como sta, cuando sus intereses parecen correr peligro.

Por eso es muy importante que el movimiento popular no pierda el paso. Ni cante victoria antes de tiempo, ni precipite acciones que lesionen la cohesin del frente de lucha que se ha forjado -ms all incluso de la voluntad de sus lderes- a partir de una accin conjunta de gruesos sectores de la poblacin. Quienes sostengan la idea que el conflicto ya termin, se equivocan; como se equivocan tambin los que piensan que ahora s ser posible exigirle al gobierno una voluntad ms firme.

En circunstancias como sta es precisamente ms necesario que nunca conservar -como deca Lenin- la cabeza fra y el corazn ardiendo. Hay que procurar hacer un balance objetivo del camino recorrido, reconociendo avances y rectificando yerros. Y emprender la ruta en un nuevo escenario que ser distinto al anterior, aunque s ms rico en retos y en posibilidades. Por lo pronto, los dirigentes del conflicto -todos- deben entender que la ciudadana los mira como si estuvieran en una urna de cristal, y mide cada una de sus acciones y sus pasos, juzgando todas las circunstancias de los mismos. Nada escapa a la mirada inquisitiva de los interesados, como nada, tampoco, a la de los adversarios. Cuidado. Entonces, con lo que se hace, y con lo que se dice. Medir acciones y palabras, es el consejo de un viejo conejo, que tiene plena actualidad.

En la nueva circunstancia, es indispensable renovar la confianza en el pueblo de Cajamarca, que ha demostrado una voluntad de acero y una capacidad de lucha que no asomaba en los ltimos aos. A lo largo de casi diez meses de accin resuelta, ha sido capaz de tensar todas sus fuerzas y mantener en vilo a la nacin entera. Y hoy, no aspira al descanso, sino que se dispone a continuar con la batalla en defensa del patrimonio y de sus riquezas bsicas.

Este pueblo merece que la direccin de su movimiento, sea digna de su cohesin y de su consecuencia. Por eso, sus dirigentes estn llamados a colocarse a la altura de sus responsabilidades y a no confundir adhesiones de principio, con endoses partidistas o electorales. Y es que trastocar los planos y pretender usar el caudal popular en procura de beneficios de orden estrecho, sectario o personal, no tendra ms efecto que minar la slida cohesin que se ha forjado al calor de una experiencia casi indita en nuestro tiempo.

Ahora es cuando, en efecto, hay que consolidar la unidad, organizar ms y mejor a la poblacin, elevar su conciencia poltica y su comprensin del proceso peruano, y promover las luchas sociales para construir victorias, y no derrotas.

No bastar, sin embargo, que eso se haga en Cajamarca. Es indispensable que la experiencia se generalice, y que en todo el pas los trabajadores y el pueblo asuman la misma conducta militante.

Vivimos una etapa compleja y difcil en la que -como en el laboratorio del Doctor Fausto- no slo existe una profusin de redomas y matraces, sino tambin oscuros recovecos que recorre el enemigo con soltura. Hay que tenerlo en cuenta ahora, cuando en el pas se agudizan las tensiones sociales y surgen nuevos conflictos que remecen la conciencia nacional.

Los Maestros -lo hemos dicho siempre- tienen todas las razones del mundo para expresar su malestar y descontento. Sus luchas, sern siempre legtimas en el marco de una sociedad como la nuestra en la que el Estado contina considerando a la Escuela Pblica como la ltima rueda de un alicado coche, y a la profesin docente como un apostolado romntico capaz de interesar slo a la Madre Teresa de Calcuta. Por lo dems, est planteado el tema de la educacin como trasfondo del conflicto, y el de los escolares, cuyo primer derecho -como lo dijera recientemente Gloria Helfer- es tener un buen Maestro.

Hay que seguir adelante en la tarea, entonces, sabiendo que siempre la lucha ser dura, pero que ella ser la nica capaz de abrirnos un derrotero de victoria. (fin)

(*) Del Colectivo de Direccin de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe


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Prensa nacional de izquierda


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