Escribe. JERONIMO CARRERA. Venezuela

Para todo observador con sentido de responsabilidad, no es un asunto fácil escribir sobre lo que acontece en un país, aunque sea el propio. Y mucho menos cuando se refiere a ciertos países con características sumamente complicadas, por motivos históricos o por lo que sea. En fin, creo que uno de esos países es Perú.

Es un país hermano del nuestro, no hay duda, pero se trata de un hermano bastante singular en muchos aspectos, con rasgos muy particulares. Desde sus orígenes mismos, como imperio de un gran pueblo, de los incas, su desarrollo se diferencia del nuestro, cuya base humana han sido aborígenes tropicales de mucha menor cultura.

Pero no es a esos aspectos casi podríamos decir arqueológicos, que quiero referirme ahora. Sino a la situación actual, de hoy, que nos atrae como fenómeno político digno de la mayor atención. A escribir un poco al respecto, al menos en unas pocas líneas en esta Optica, me estimula la lectura de dos artículos suyos que ha enviado desde Lima, uno del sábado 3 y otro del lunes 5 de este diciembre, mi viejo amigo Gustavo Espinoza M., un gran camarada a quien conozco desde hace muchos años.

Los títulos de esos artículos ya nos dicen mucho. El primero es Perú. Cajamarca y su secuela, y el del otro Cajamarca en emergencia. Referidos ambos a la grave crisis política que vive actualmente ese país como consecuencia de hechos actuales que se vienen presentando en la zona de Cajamarca.

Confieso que no es fácil para mí, a esta distancia, apreciar del todo lo que  situación tal significa para el Perú, y mucho menos en el plano internacional. Por eso juzgo indispensable tomar en cuenta algunos otros elementos a nuestro alcance, desde acá, y no caer en el error de prejuzgar y opinar al respecto.

El indicio que para mí resulta más revelador sobre la gravedad de la presente crisis en el Perú, vistas las cosas desde acá, ha sido la ausencia inesperada del actual presidente de la república, Ollanta Humala, en la reciente reunión en Caracas, anunciada hace tiempo y con mucho ruido, de los primeros mandatarios de nuestros países “al sur del Río Grande”, como antes se decía.

Se explicó dicha ausencia diciendo que era por razones políticas internas… y nadie lo creyó. Curioso, pero así van las cosas hoy en este mundo.

Según lo que he podido indagar, la crisis desatada en Cajamarca es la eterna del Perú, o sea por los minerales que hay en su rico subsuelo. Es la misma que fascinó a los invasores españoles hace cinco siglos, y que hoy enloquece a los yanquis cada día más.

En mi modesta opinión, desde todo punto de vista Perú y México son los dos países más fascinantes en este continente americano, y puedo decir que los he visitado a casi todos, desde muy arriba hasta lo más abajo. Todos tienen sus atractivos, naturales y humanos, pero los dos arriba citados creo que no admiten comparaciones.

Y en el aspecto de la ideología revolucionaria, en mi opinión el peruano José Carlos Mariátegui tampoco admite comparación alguna en nuestro continente. Mi opinión a este respecto ya la formulé al participar yo, el 14 de junio de 1984, en unas Jornadas sobre Mariátegui que el Partido Comunista de Venezuela (PCV) realizó, en su sede del Edificio Cantaclaro, en Caracas, con gran éxito desde todo punto de vista.

 Hoy, mucho me complace evocar aquí la memoria de dos grandes luchadores comunistas peruanos, Jorge del Prado y Carlos Núñez Anavitarte, fieles al legado de Mariátegui, y a quienes me tocó en suerte conocer personalmente. --- 

   (*) Publicado en el semanario La Razón, N°883, en Caracas, domingo 11 de diciembre de 2011; el Diario Provincia de Cumaná y otras publicaciones que tengan a bien hacerlo.