Por ADOLFO GRANADINO

Hace pocos días un grupo de chalacos, frente al edificio de la Corte Superior de Justicia del Callao, gritaban: ¡Y va a caer! ¡Y ya cayó! ¡Lo dice el llauca y lo digo yo!

Y, está sucediendo en estos días y justamente en abril que es un mes de gran significación para el Callao.

Precisamente el 22 de este mes se celebra los 160 años transcurridos desde que en 1857, el gobierno del Mariscal Ramón Castilla promovió al Callao a rango de Provincia Constitucional. ¿Quién presidirá las celebraciones de estas efemérides? Si a las autoridades chalacas les están rebuscando los bolsillos, les están auditando sus propiedades de origen sospechoso y los están encarcelando para que no se escapen. Por eso han suspendido las celebraciones. Pero aun así, el Callao se levantará como la insigne Evangelina Chamorro que emergió del lodazal en Punta Hermosa y, resurgirá victorioso como en el combate del Dos de Mayo.

La corrupción tiene sus límites, el Callao no; y si los tuviera, estos son el cielo y el mar. Los límites a la corrupción los impone el pueblo hasta llegar a su inexorable ¡Basta! donde no hay apelación que valga ni mafia que lo coaccione.

Todo indica que chim pum llegó a su fin. En la política nada es casual; sólo parece casualidad y, como en la física, todos los acontecimientos tienen causa y efecto; y sus praxis también tienen principio, apogeo y fin.

Lo que parece suceder es que estos políticos de largo turno, creen que “sus realidades” son eternas y ellos también; por eso no les interesa el mañana, ni siquiera un nuevo amanecer. Razón por la que planifican solamente el cómo llegar a las futuras elecciones o reelecciones y, sus estrategias es ganarlas a cualquier precio y de cualquier modo.

Se creen muy astutos, “de mucha esquina”, subestiman a la oposición política, si encuentran a un pobre diablo y se lo compran, piensan que todos son así. Todos tienen su precio, todos esperan sus treinta monedas, así razonan; y ese es precisamente su vulnerabilidad. Su astucia no es como parece ser, pero les da seguridad. Así se creía Montesinos pero bastó un video y todo se le desmoronó.

Y, mientras tanto este huayco de lodo y excremento se derrama por las calles, el Callao espera, sí, espera que sus hijos salgan como salieron en el combate del Dos de Mayo, como cuando salieron a defender un gobierno constitucional, y como manifestaron su solidaridad con sus hermanos damnificados en el terremoto del 40.

Y, espera también el Callao que su pueblo reflexione y aprenda a elegir sus autoridades, que sean probadamente demócratas, con solvencia moral probable, con trayectoria cívica constatable y militancia política decente y de buena credencial. Y también, a quienes aplaudió ayer y antes de ayer y a quienes aplaude hoy.

Lo que viene sucediendo en este “Asilo de las Leyes” es gravísimo, nunca había sucedido en toda su gloriosa historia. El director de este diario El Callao, de este sub decano de la prensa nacional lo precisa rotundamente como es su elogiado estilo: “ No puede negarse lo evidente, el Callao hace por lo menos 20 años está tomado por mafias políticas y delincuenciales (droga incluida) cuyos nexos se están seriamente investigando ahora, que por fin, al sacar los procesos del Callao y verlos en Lima, se ha conseguido encarcelar a un ex Alcalde Provincial y Gobernador reelegido; y, a otro ex Alcalde Provincial y Gobernador en ejercicio”

Hoy también es asilo de delincuentes y anida la corrupción y, sucede porque hay autoridades que alejados de los escrúpulos y de las buenas prácticas políticas y enterados de la generosidad de los electores y de la abundancia de recursos por su condición de ciudad portuaria; lo primero que concluyen es eternizarse en el poder.

Y empiezan a armar sus contingentes a ofrecer favores a comprometer a jueces a enrolar fiscales a sobornar mandos policiales a infiltrar partidos a enlodar a la oposición y organizaciones sociales y ganar todos los espacios para controlarlos y de ese modo implantar un mando totalitario en todo el territorio jurisdiccional encomendado y convertirlo en su propio feudo, para luego, sin proponérselo sino por la obvia inercia política, acabar como es lógico, en las incursiones propias de una banda criminal.

Pasó en Ancash y en otras regiones y alcaldías en todo lo largo y ancho de la república, para lamento de todos los peruanos. Y pasó y está pasando también en los gobiernos de nuestro país. De ahí la impunidad vía la complicidad en la que se incluye al narcotráfico como bien lo ha descrito Jaime Antezana en su magistral exposición realizada hace pocos días, en un conocido auditorio en el Callao. Y eso explica que cabecillas de bandas criminales sean parte del entuerto y la coartada.

En estas efemérides, en este 160 aniversario del Callao como provincia constitucional, el primer y lamentable tema es esta crónica policial, para lamento de todos los chalacos, pésima docencia cívica para nuestros jóvenes, aborrecible herencia para las nuevas generaciones.

20 de abril de 2017